La pianista Silvia Mkrtchian participó en el «Concurso Internacional de Piano de Ibiza» en 1996, donde obtuvo el tercer premio. Foto: VICENÇ FENOLLOSA.

«Volveré el próximo invierno; no quiero perder la relación con esta isla, donde vine por casualidad y en la que me siento cada vez más a gusto». Así expresaba a este periódico Silvia Mkrtchian su cariño hacia Eivissa, tras los dos conciertos que ofreció recientemente en la isla, organizados por Pro Arte, la misma entidad que la trajo en 1997, tras ganar el tercer premio en el «Concurso Internacional de Piano de Ibiza» de 1996. De sus dos últimas actuaciones, la pianista armenia se mostró satisfecha: «Estoy contenta con mi interpretación porque elegí un programa muy interesante, con compositores rusos que conozco muy bien, así como Chopin, uno de mis compositores preferidos y que más frecuento; aparte de los españoles Martínez Rücker (un compositor andaluz muy conocido, contemporáneo de Falla y Turina y de la misma categoría que ellos) y Enric Granados», precisó.

Desde hace cinco años, Silvia Mkrtchian vive en Córdoba: «Vine a España por una invitación del Concurso Internacional María Callas, y como este país siempre me interesó muchísimo musicalmente, a través de Albéniz, Granados y Falla, decidí quedarme», explicó, añadiendo que «para tocar música española se necesita tener mucha sensibilidad, tener duende, embrujo; sobre todo para la música andaluza».

Su doble condición de intérprete y profesora le parece a Mkrtchian estimulante: «Es bueno compaginar ambas facetas porque la experiencia de concertista le sirve a los alumnos, y al mismo tiempo aprendes de ello, te enriqueces. Si te centras sólo en la enseñanza te puedes estancar; lo que importa es seguir adelante, descubrir cosas nuevas, no conformarse con lo que ya sabes, porque entonces corres el peligro de bajar».

Sin embargo, hay un terreno en el que Silvia Mkrtchian prefiere abstenerse, el de la composición: «Es un campo que no he tocado mucho. Hay tantos y tan buenos compositores, que para la corta vida de un pianista no hay tiempo para tocar tantas obras maravillosas. Por respeto, no me atrevo a competir con tantos genios, me conformo con interpretar tanta maravilla como hay escrita».