El artesano diseña y repara guitarras acústicas, españolas, eléctricas y bajos desde su estudio situado en el pueblo de Sant Rafel | Marco Torres

Hace dos años que Sergio Izquierdo vive en Eivissa y ha cambiado los casinos de Madrid (fue crupier hasta 2004) por el taller de su casa en Sant Rafel, donde fabrica y repara parte del espectro de instrumentos de cuerda: guitarras españolas, acústicas, eléctricas y bajos. La curiosidad le llevó a ser lutier, oficio que hoy en día desempeña a tiempo completo. «La afición a la música y a la guitarra empezó muy pronto. Todo comenzó, seguramente, cuando empecé a 'hurgar' en la primera guitarra eléctrica que tuve», recuerda.
Poco a poco empezó a formarse, a aprender y a tomarse en serio este enorme campo que se abría ante sí. «Desgraciadamente hay pocos maestros en España dispuestos a enseñarte los secretos de la profesión. La mayor parte de la bibliografía es de autores extranjeros. Pero mientras tengas amor por las pequeñas cosas, te guste la música, los instrumentos y tengas el compromiso personal de hacer bien las cosas, te van saliendo», apunta Izquierdo que, desde que está en Eivissa ha conseguido tener una cartera de clientes que sobrepasa los 200. Cuando se instaló en la Isla, se encargó de informar a la comunidad musical ibicenca de su llegada, de su profesión, que desempeña con rigor y pasión, a partes iguales.
«En temporada alta se triplica el trabajo por la enorme cantidad de músicos que llegan a la isla, pero es destacable el movimiento musical en Eivissa durante todo el año», asegura el madrileño, que añade que «muchos músicos, como hacemos con el dentista, sólo van al lutier cuando a la guitarra 'le duele algo'».
Cuidado
Izquierdo procura promover entre sus clientes el conocimiento de los ajustes y del correcto mantenimiento que cada instrumento requiere para resolver cualquier problema que pueda surgir sobre el escenario. «Existen más de 100 formas distintas de afinar una guitarra y siempre recomiendo que, si van a usarse varias afinaciones, éstas varíen lo menos posible. Una guitarra para cada afinación, con sus ajustes específicos», resalta el lutier, que derrocha entusiasmo al hablar del amplio universo de cuerdas y matices que pueden hacer que una misma melodía suene distinta, incluso con la misma guitarra.
La tecnología ha hecho evolucionar esta profesión, sin que ésta pierda el espíritu artesanal que dota a cada instrumento de particularidades que lo hacen único, algo muy apreciable para los músicos. «Ahora estamos en uno de los momentos en los que más se sabe de lutería. A nivel doméstico puedes tener una fresadora de control numérico, una máquina que te permite transformar un diseño en un cuerpo de guitarra en tres dimensiones y modelar lo que quieras», comenta Izquierdo. Sin embargo, este no es proceso sencillo, el lutier explica que «hay que fijar muchas opciones y muchos parámetros. El músico y yo la diseñamos, llegan las piezas y yo me encargo de ensamblarlas y ajustarlas». Es precisamente por esto por lo que, Sergio Izquierdo asegura que «la lutería es el mundo de las pequeñas cosas. Si consigues unir e identificar todas las piezas y ponerlas a funcionar de la mejor forma posible, el resultado es fantástico» y concluye diciendo que, precisamente en esa precisión, «radica la diferencia entre una guitarra que suene bien y una que suene estupendamente».