Varios artistas se despiden del público que se congregó en el recinto ferial, durante la interpretación del tema 'Anarem a Sant Miquel'.

Tras casi dos años de gestación de Ressona2, el segundo disco de Ressonadors que vio la luz el pasado mes de enero, la gran familia que forma este proyecto musical tuvo la oportunidad de cumplir la misión con la que nació: presentarse en directo al público ibicenco.
En un recinto ferial completamente abarrotado, Joan Barbé y Omar Gisbert, acompañados sobre el escenario por Iván Doménech a la guitarra, el bajista Joan Trafford, el batería Arturo García, Juanma Redondo a los teclados, Pau Sastre, que se encargó de los coros y algunos miembros de la Eivissa Jazz Big Band; derrocharon energía y lograron entusiasmar a un público que se mostró un tanto frío durante los primeros temas pero que se fue animando a medida que avanzaba el concierto.
Barbé y Gisbert fueron los primeros sorprendidos por la cálida acogida que el público pitiuso ha dado una vez más a su propuesta. Ambos lucharon y consiguieron que el de ayer fuera un concierto gratuito. Un recital que contó con la participación de artistas de la talla de Celtas Cortos, Gerard Quintana o Cris Juanico, entre otros, hasta llegar a la veintena de colaboradores, y en el que sólo tuvo que lamentarse la ausencia del guitarrista Javier Vargas y el cantante Victorí Planells. Haciendo acopio de valor, el joven Sergi Tur se hizo cargo de ambas voces en el tema Rosa Vera, que en el disco interpreta junto a Planells.
Uno de los momentos más emotivos de la noche llegó con Marga Bufí, que interpretó el tema de su hermano Xicu Bufí, Cantant al món. «Nadie mejor que alguien que lleva su sangre», dijo Joan Barbé durante la presentación.
Sin duda una de las sorpresas vocales de la noche fue Carolina Guiral, que junto al guitarrista David Palau dejó a todos boquiabiertos con la intensidad que ambos le dieron al tema Sa fauç en directo.
En un recital en el que, a parte de tocar todos los temas del disco que presentaban, también intercalaron algunas canciones incluidas en su primer disco, nadie mejor que Celtas Cortos con N'Escrivaneta para finalizar antes de los bises y dejar al público extasiado.
Tras varios minutos durante los que los asistentes se negaban a abandonar el recinto y pedían «otra, otra, una altra, una altra, no n'hi ha prou», Ressonadors quemó los últimos cartuchos con Flors de baladre y con la que la propia banda denomina 'la canción', por el éxito y por lo que ha representado en la trayectoria del grupo. Se trata de Jo tenc una enamorada, interpretada por David Serra.
Omar Gisbert, se dirigía al público por última vez para trasmitir que estaba «flipando» y añadió: «Pensábamos que no vendría nadie, por ser jueves, por la amenaza de lluvia, por un montón de cosas. Esto ha superado con creces todas nuestras expectativas». Por su parte, Joan Barbé quiso dedicarle el concierto de anoche a alguien muy importante en su vida: «Mi padrino, Toniet Barbé, por quien me hice músico».
El colofón, con todos los artistas que participaron en el concierto de ayer sobre el escenario, lo puso el tema Anarem a Sant Miquel que hizo que el público no parara de saltar y acompañar con palmas la despedida del grupo.
La voluntad de Ressonadors, según aseguró ayer Gisbert, «es que haya más conciertos de Ressonadors y que el proyecto continúe». De hecho, una vez finalizado el concierto y mientras varios artistas posaban para inmortalizar el momento entonaban el cántico: «Ressona3, Ressona3», extensible a muchos de los asistentes a la actuación. Pero, a pesar de que haya otros conciertos, ninguno será como el del jueves.

El compromiso como clave del éxito
Omar Gisbert, que ayer viajó a Formentera para actuar con el grupo 4 de Copes, confesaba que aún se sentía «flotando en una nube». El ideólogo del proyecto aseguró: «Aún no he digerido todas las emociones y sensaciones».
Y es que tras meses de negociaciones y de un esfuerzo titánico para lograr que todos los artistas pudieran hacer coincidir sus agendas para desplazarse a tocar a la Isla, la euforia de los primeros instantes dio paso a los malos augurios que la presión traía constantemente a su cabeza durante los últimos días. «Veíamos la previsión del tiempo y pensábamos en lo peor. Ayer, pensábamos que vendrían 2.000 o 3.000 personas. Era lo que deseábamos para que los artistas de fuera se sintieran a gusto tocando con nosotros», recordaba Gisbert, que añadía: «No quiero ni pensar lo que podría haberse montado si el concierto hubiera sido en sábado».
Finalmente, todo se enderezó y logró que el entusiasmo se apoderara de la gran familia de Ressonadors.