David Murray, durante la grabación de su disco dedicado a las composiciones de Nat King Cole. | ENRIQUE DE LA UZ

David Murray es una de las voces jazzísticas más potentes del panorama actual, aunque no sea uno de los músicos más conocidos por el gran púbico. Residente en París, actualmente pasa unos días junto a su familia en una ciudad cerca de Lisboa, donde David Murray posee una casa con vistas al océano Atlántico. Desde allí, saltará hasta el Mediterráneo para ofrecer, este sábado, su segundo concierto en el festival de jazz ibicenco, en esta ocasión dedicado a las grabaciones en español de Nat King Cole.

-La primera pregunta es casi obligada. ¿Qué ha visto en la música que Nat King Cole grabó en español para dedicarle su último trabajo discográfico?
-Siempre le he tenido mucho cariño a Nat King Cole porque fue una de las primeras estrellas de la comunidad afroamericana que vi. Era una persona muy elegante, tenía su propio programa de televisión, creo que corría el año 1967. Era uno de los 'top' del momento. Se ponía su traje, tenía su trío, cantaba, hacía anuncios de un jabón blanco como la nieve, ese tipo tan negro (risas). Tenía mucho estilo. Poco tiempo después me enteré de que tenía un álbum en español y fue genial. Podría hablar de él durante horas. Me encanta. Cuando fui a La Habana con mi mujer, Valerie Malot, que también es mi productora, me propuso hacer este disco. Ella tiene raíces cubanas y mientras grabábamos allí un disco de cuerda mío en el estudio vimos una foto de Nat King Cole en 1958, grabando su álbum en español en ese mismo lugar. Pero luego llegó la revolución y tuvo que terminarlo en Los Angeles, en Capital Records.

-Su relación con la música y los músicos latinos en general, y caribeños en particular, ya viene de lejos, podría decirse que se encuentra verdaderamente cómodo en este estilo de jazz.
-Sí, creo que sí. De hecho, los músicos que conocí en La Habana son los que llevaré a mi concierto de Eivissa. Conocí a algunos de ellos hace diez años. Algunos se han mudado a Madrid, Stuttgart, Düsseldorf... Son todos cubanos pero viven en diferentes partes del mundo debido a la política de la Isla. Ellos quieren ser músicos de jazz afrocubanos, tienen derecho a salir y ser quienes son. Son excepcionales. El saxo tenor, Ariel Bringuez, se parece a Dexter Gordon, suena como él; o Roman Filiu, el saxo alto, puede ser considerado el Charlie Parker cubano. Mario Hernández Morejón, el trompetista, solía tocar con Chucho Valdés. Precisamente, tocamos ante Chucho el otro día y se sintió muy orgulloso de estos chicos, que se han convertido en músicos excepcionales sobre los que él ha tenido alguna influencia.

-¿El Diccionario del jazz se refiere a su música como «el resultado del movimiento post-free, combinando las innovaciones de los 70 y el jazz de Nueva Orleans». ¿Se siente identificado con esta descripción o la cambiaría de algún modo hoy día?
-Nunca me gustó Nueva Orleans (risas). Soy de California y allí tocamos música que en Nueva Orleans ni se imaginan. Esa es la definición de una persona, pero no tiene absolutamente nada que ver conmigo. Soy mucho más que eso, créame.

-¿Cómo definiría su música?
-La describiría como David Murray. Es lo que pienso, lo que siento cuando me levanto... Toco el saxo, escribo mi música para poder tocarla y acompañarla después. Mi música viene directamente de Dios, no espero a ver qué hacen en Nueva Orleans para saber qué hacer con mi música. No estoy esperando a que tres 'be-bopers' me digan qué nota tocar. He aprendido música, soy un estudiante de música, así que hago lo que quiero. Ahora mismo estoy haciendo Nat King Cole, pero lo que realmente me gusta hacer es mi propia música. Eso es con lo que más cómodo me siento.

-Volviendo a su último trabajo y a la gira con la que lo está presentando, da la impresión de que sobre el escenario se vive una verdadera fiesta musical, con una perfecta comunión entre los músicos. ¿Lo siente así?
-Creo que es la mejor definición que he escuchado. Grabamos este álbum hace aproximadamente un año y medio. Este es el decimoctavo concierto del año, el último de la gira de verano será en Eivissa, así que la banda ya ni siquiera le presta atención a la partitura. Estos chicos han superado ya esa etapa y son grandes improvisadores. Me encanta lo que hacen y los apoyo al máximo.

-No será la primera vez que pise el festival de Eivissa, aunque en esta ocasión actuará en la parte alta de la ciudad amurallada. ¿Qué recuerda de aquella primera experiencia ibicenca junto a su Big Band, que fue muy elogiada por el público?
-Creo que estuvimos aquí con la Cuban Big Band. Recuerdo que la gente fue muy amable conmigo y conocí a Joachim Kühn, que me mostró su apoyo. Fue un concierto realmente bueno.

-¿En qué momento se encuentra el jazz norteamericano desde su punto de vista?
-Realmente no está pasando demasiado (risas). No hay muchas cosas ahora mismo. En Nueva York siempre tienen al nuevo chico, con el nuevo nosequé. Y en realidad, son sólo chavales que aún no saben nada. No sé que decir, me parece que es algo muy publicitario. Intentan construir a una estrella y, a veces, la estrella debe serlo antes de convertirse en una estrella.

-¿Y qué opina del que se realiza en Europa?
-Bueno, el jazz no vino de Europa, así que me imagino que lo intentan hacer lo mejor que pueden. Pero sí diré que cada cultura diferente, la española, la portuguesa y la italiana, tienen mucho que decir en este terreno, más que la perspectiva de los países nórdicos. Creo que tienen un feeling mejor. No es que esté tomando partido, pero creo que me sentiría más cómodo con músicos del sur de Europa. En muchas ocasiones, creo que a lo que se hace en los países nórdicos no se le puede aplicar la etiqueta de jazz. Creo que la música europea es realmente genial, aunque no sé si llamarla jazz es lo correcto. El jazz fue inventado por miles de hijos de esclavos sureños; no sé si los europeos pueden responder a ese primer instinto por el que surgió. Pero, por supuesto, tengo la mente abierta. He trabajado con músicos europeos, aunque no sé si es innovador o no. Quizás tengo que escuchar a más grupos. Creo que debes tener el swing adecuado. Es una forma de arte bastante definitiva. No puedes tocar jazz sin saber absolutamente nada y eso es un hecho. Yo he estudiado jazz cuarenta años, toco jazz, escribo jazz y me va muy bien. No estoy seguro de si estos músicos europeos están cortados por el mismo patrón. Si se mudaran a Nueva York les resultaría difícil abrirse camino allí. Nueva York es una ciudad muy difícil.

-En su caso, sólo con veinte años de edad se mudó a Nueva York. ¿De qué modo influyó en su música ese encuentro con la Gran Manzana?
-Primero tuve que aprender a tocar en alto y luego a tocar más alto que nadie para ser escuchado (risas). Luego tuve que aprender a organizar a la gente para que hicieran lo que yo quería que hicieran. Porque, obviamente, si tienes que formar una Big Band, tienes que aprender a organizar a la gente. Yo quería ser el líder de una Big Band y eso es lo que hice. Ser el líder de una banda es como ser un trabajador social. Lo primero que hice fue leerme la biografía de Duke Ellington Music is my mistress (La música es mi amante).

-¿A qué instrumentistas destacaría del panorama actual?
-Me gustan los músicos de mi banda, ellos son actuales (risas). Me gusta James Carter y hay algunos chicos de mi Big Band que me gustan mucho. Por supuesto me siguen gustando los de siempre, pero creo que está subiendo gente muy buena.

-Su carrera se ha desarrollado en la doble vertiente de instrumentista y de compositor y arreglista. ¿Es fácil compaginar ambas versiones de uno mismo? ¿En cuál se siente más a gusto?
-Sí, no hay problema. De hecho también dirijo. Para conseguir la organización que mencionaba antes es necesario hacerlo todo, ponerse todos esos sombreros. Si me hicieran elegir no podría. Evidentemente, todo son ramificaciones que nacen del hecho de que soy saxofonista, todo lo demás nace de allí.

-Le gusta experimentar y ya en 2002 en Eivissa mencionó que quizás lo único que le quedaba por incorporar a su banda era un dj. ¿Cuáles son sus próximos retos musicales?
-El próximo 11 de septiembre en París... Bueno, no tenemos dj pero daré un concierto con Macy Gray, Questlove y el rapero Black Thought de The Roots. Me gusta mucho el afrobeat y de hecho he preparado once arreglos de afrobeat y todos los arreglos vocales para este concierto. Trabajo en varias cosas a la vez, también tengo un proyecto en Sudáfrica, donde voy a formar una Big Band, en febrero, de blues melódico. Espero que a la gente le guste.

-¿Qué debe esperar el público ibicenco de su concierto en el baluarte de Santa Llúcia de esta semana?
-A mí tocando con mucha energía, frente a un grupo de músicos increíbles, música de Nat King Cole, sin cantante. De hecho, yo asumo el papel de Nat King Cole con el saxofón.

Traducción: Laura Tur