Fue una noche maratoniana. El pasado jueves, en el baluarte de Santa Llúcia quedó demostrado que tres grupos tal vez sea un cartel excesivo para una noche de jazz, pese a la calidad que pudieron disfrutar los valientes que permanecieron en Dalt Vila hasta casi las dos de la madrugada.
Abrió la tercera noche de Eivissa Jazz Quartetto Mínimo, una jovencísima formación integrada por el franco-colombiano Sebastián Spang (guitarra), el greco-español Nico Arzimanoglou (guitarra) y los hermanos hispano-franceses Elías Hercelin (bajo) e Ilan Hercelin (batería). Con un repertorio enteramente propio, el cuarteto se mostró como un conjunto con proyección, con buenos solistas, pero quizás aún muy joven. Su concierto sonó correcto, aunque tal vez un poco previsible en su ejecución.
Le tocó entonces a una de las apuestas del certamen, Oh Trío, al frente del cual se encuentra Germán Díaz. La particularidad de esta formación es el uso de la zanfona, un instrumento con un milenio de antigüedad y que, en manos de Díaz, sonó como si siempre hubiera estado al servicio del jazz. Completaron el trío sobre el escenario el guitarrista Javier Bravo, brillante en todo momento, y Diego Martín como batería, que mostró un estilo elegante y muy efectivo durante todo el repertorio. Àfrica, de Antonio Bravo, fue la primera pieza que interpretó el trío y el público se entregó de inmediato al descubrimiento de esa sonoridad. A continuación sonó Sertao («es la pieza que más suele gustar, pero la lástima es que no es nuestra, sino de Richard Galliano», bromeó Díaz) y la versatilidad de la zanfona en manos de Díaz se hacía cada vez más y más evidente, con staccattos, punteos, rasgados... sometidos a la voluntad del zanfonista, definido por el periodista Pablo Sanz como el Jimmy Hendrix de la zanfona, una comparación para nada exagerada.
Tiempo
Pero la climatología ibicenca también buscó su protagonismo y, al contrario que en otras ediciones, esta vez no fue el viento, sino la humedad y el calor, dos enemigos de entidad para un instrumento tan delicado como la zanfona. De ahí que hubiera algunas pequeñas pausas para que pudiera ser afinada de nuevo. Aunque no cortaron el ritmo del concierto en absoluto. Pechu Tanto y Guarda la rama (esta última inspirada en un tema tradicional de Castilla-León), obra de Díaz, precedieron a Arrión, una tonada muy popular en la Guerra Civil y que usaron ambos bandos cambiándole la letra. «Como nosotros no cantamos, que cada cual escoja, pero hay que elegir el bando bueno», comentó sonriendo Díaz, que cerró su estreno como jazzista en Eivissa (ya actuó hace varios años en la isla en una formación de música tradicional) junto a su trío con La roue de la vielle, del también zanfonista Valentin Clastrier y definió el tema como una metáfora de «esta rueda de la vida que es la zanfona».
Y la noche continuaba. Cerca de la una de la madrugada subía al escenario la contrabajista catalana Giulia Valle, que celebraba su cumpleaños sobre el escenario del baluarte con una formación de sexteto, en lugar de su quinteto habitual, y que sorprendió al público ibicenco con una introducción musical especialmente compuesta para su actuación en la Isla. «Creo que tiene futuro», comentó respecto a la pieza, unida en el inicio del concierto a Break a Loop. Valle se descubrió como una solista con una voz definida y quizás un poco alejada, para bien, de la ortodoxia de la que suele hacer gala el jazz catalán. Ayudaron a ello el excelente grupo que la acompañaba, con una mención especial para el batería David Xirgu y para Martí Serra (saxos tenor y soprano), que incluso ironizó sobre la irrupción del sonido de un avión coincidiendo con el sutil final de Berenice, siguiendo su camino con la mano.
Quienes esperaron hasta el final de la última de las tres actuaciones pudieron disfrutar de un muy buen concierto de jazz que se cerró con Shades Off y Chacarera búlgara, que contó con un amplio repertorio de solos y un muy buen rollo entre el sexteto, algunos de cuyos integrantes, mientras se apagaban todas las luces en el baluarte, se aprestaban a disfrutar de los encantos de la noche ibicenca.