Joan Marí Cardona.

Hace una década que nos dejó Joan Marí Cardona (Sant Rafel 1925-Eivissa, 2002), canonge arxiver y autor de un buen número de libros sobre la historia de Eivissa. Considerado como uno de los más insignes historiadores que han dado las Pitiüses, diez años después, la figura de Marí Cardona sigue estando muy presente entre todos aquellos que le conocieron. Uno de ellos es Marià Serra, que fue alumno suyo en el Seminario de Eivissa y después le sustituyó al frente del Institut d'Estudis Eivissencs (IEE), y que recuerda con especial emoción la figura de Marí Cardona. «Fue un referente y un extraordinario recuperador de la historia de Eivissa. Sustituyó a Isidor Macabich como canonge arxiver en la Diócesis de Eivissa y desde allí hizo un trabajo extraordinario en la recuperación del archivo: lo ordenó, sistematizó y puso al día», dice.
Sin embargo, no fue un sacerdote encerrado entre papeles y documentos sino que recorrió Eivissa y Formentera a pie visitando casas y personas, conocía palmo a palmo la geografía de las Islas. «Fue una persona que dio a conocer nuestros raíces», añade. De hecho, organizaba con sus amigos, uno de ellos Marià Serra, unas salidas semanales y eran conocidos como la colla del canonge.
Su paso por el IEE
Sus investigaciones históricas sobre las Pitiüses y la conquista catalana las dio a conocer a través del IEE. «Abrió un camino extraordinario a la investigación», apunta. Su paso por el IEE fue, sin duda, muy provechoso. «Ayudó extraordinariamente a recuperar las señas de identidad de Eivissa y Formentera», dice Serra, que lo recuerda como una persona «con sencillez, con un rigor histórico y un sentimiento profundo como ibicenco».
«La muerte de Don Joan ha supuesto un vacío que no se ha podido reemplazar», apunta Serra. Su fallecimiento se produjo en plena producción literaria. De hecho, estaba trabajando en una colección histórica sobre los quartons y quedó inconcluso el de ses Salines. Serra, que se ha considerado como buen amigo suyo, cree que hoy en día «Don Joan se hubiera extrañado por este ataque tan furibundo a nuestras raíces, lo que nos caracteriza como nuestro pueblo; y, aparte del disgusto que hubiera cogido, su reacción sería elegante pero enérgica».
La huella de Joan Marí ha quedado en las islas. Para Serra, el historiador Toni Ferrer Abárzuza es uno de estos alumnos. Ferrer tuvo la oportunidad de conocerlo en su época de instituto ya que uno de sus profesores, Gabriel Sorà, invitó a Joan Marí Cardona a impartir clases sobre la historia de Eivissa y Formentera. «Fue un privilegio tener esta asignatura que no estaba en el programa y conocer a Joan Marí Cardona», recuerda de ese primer contacto. Además de la vocación divulgadora de su obra, Ferrer subrayó que con su trabajo «podía ver aquello que figuraba en los documentos, los sitios, los nombres; contrastar lo que quedaba de esa historia que había en los documentos con la realidad». En su opinión, Marí Cardona «fue una persona irrepetible, muy afable y con una mirada aguda con esos ojos claros que tenía, muy simpático y siempre con la historia por delante; cuando conocía a alguien le sacaba el árbol genealógico sin querer».
Los actos que organiza el IEE con motivo del décimo aniversario de la muerte de Joan Marí Cardona cuentan con el apoyo de la consellera de Cultura, Pepita Costa, que destacó «el papel dinamizador que tuvo para la lengua y la cultura de las Pitiüses». Además de su aportación a la historia, Costa subrayó su papel social y religioso: «Colaboró en la primera emisora de radio de Eivissa que estaba en el campanario de la iglesia de Santa Cruz y dirigió la residencia Reina Sofía, además de haber sido presidente del IEE y director de Cáritas».

Reconocimientos en vida y a título póstumo
Su biografía es extensa y su reconocimento público también. En vida recibió la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya, la Medalla d'Or del Consell y la Medalla d'Or de la Ciutat. A título póstumo, fue nombrado hjio adoptivo de la Ciutat d'Eivissa e Hijo Ilustre del Municipio de Sant Antoni. Dos años después de su muerte, Sant Rafel inauguró la plaza con un busto dedicado a este hombre del que todos coincidieron su carácter humano, su sencillez y su inteligencia. Todo al servicio de las Pitiüses.