Springsteen se une al 15-M en Barcelona. | Youtube

Bruce Springsteen se dejó la piel anoche en Barcelona y demostró que conoce a la perfección todos los secretos del directo en un concierto en el Estadio Olímpico de Montjuïc en el que conectó con el público desde la primera nota hasta la última.

The Boss se metió al público en el bolsillo con su música, pero también con sus palabras, ya que, además de una larga lista de 27 canciones, deleitó a los asistentes con muchas frases en catalán en las que, entre otras cosas, expresó su solidaridad con los que sufren la crisis económica y apoyó el movimiento del 15-M.

Bruce Springsteen arrancó con fuerza en el primer concierto de los dos previstos en Barcelona, que empezó con casi una hora de retraso, donde 50.000 personas entregadas de antemano le recibieron con gritos de alegría.

Las colas en los accesos y los problemas para llegar en coche a Montjuïc fueron las causas del retraso, ya que la organización decidió esperar a que la mayor parte del público estuviera dentro del recinto para dar el pistoletazo de salida.

«Badlands» fue el primer tema que interpretó el jefe, que saltó al escenario vestido de riguroso negro y acompañado por los miembros de la mítica E Street Band.

Al grito de «Hola Barcelona, hola Cataluña!» Springsteen inició un concierto en el que demostró, una vez más, su fuerza sobre el escenario y su capacidad para mantener la conexión con el público durante tres horas.

El concierto de ayer es el decimoctavo que el veterano roquero ofrece en Barcelona, la ciudad española donde más veces ha recalado y la única donde actúa dos noches.

La fuerte conexión que une al músico norteamericano con Barcelona se fortaleció ayer con largas frases en catalán, que el público agradeció emocionado.

«Echamos de menos a alguien», dijo en catalán, en referencia a Clarence Clemons, fallecido en junio pasado y que ahora sustituye su sobrino Jake.

«Si vosotros estáis aquí y nosotros estamos aquí, entonces él está también aquí, puedo oirlo en vuestras voces», dijo The Boss, sacando a relucir su lado más humano.

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Su lado más salvaje también brilló con fuerza en los solos de guitarra que ofreció a sus fans y en los dos momentos en los que cogió sendos vaso de cerveza que le ofrecían desde el público y se los bebió de un trago.

El público barcelonés respondió a la entrega de Springsteen con equiparables dosis de pasión y agradeció todos los temas, incluso los de su nuevo disco, «The Wrecking Ball», que todavía no ha calado como los viejos.

The Boss introdujo bastantes canciones del nuevo álbum y el single «We take care of our own» sonó justo después del inicial «Banlands».

No obstante, los temas más coreados fueron los clásicos como «No Surrender», «The River», «Born in the USA», «Bobby Jean», «Dancing in the Dark» o «Waiting for a sunny days», que presidió uno de los momentos más emotivos de la noche cuando The Boss invitó a una niña del público a cantar sobre el escenario.

Los 120.000 vatios de sonido y la energía de Springsteen y su banda fueron los principales responsables de la fuerte conexión que se estableció entre los músicos y el público.

Pero el jefe también utilizó mucho la palabra y, por ejemplo, introdujo el tema «My city of ruin» como «una historia de holas y adioses, una historia de los que pasa y lo que queda para siempre».

Springsteen actuó con una versión ampliada de la E Street Band, que ha incluido una sección de viento de cinco músicos, tres coristas, percusionistas y la violinista Soozie Tyrell.

Sólo faltaba la mujer de Bruce, Patti Scialfa, una ausencia que el líder de la banda se encargó de explicar al público.

«¿Dónde está Patti? -ha dicho en catalán-. Está en casa con los niños y envía amor para Barcelona», respondió el músico, en su faceta de padre de familia.

La conexión con Barcelona quedó demostrada. Ahora falta por ver si el bolsillo de los barceloneses está como para volver a llenar hoy otra vez el Estadio Olímpico.