Ben Clark (izq.) y Andrés Catalán, en una imagen tomada en Salamanca.

La trayectoria poética de Ben Clark sigue con paso firme y una prueba de ello es el Premio de Poesía Joven de Radio Nacional de España que ha sumado a su palmarés, en esta ocasión junto al poeta salmantino Andrés Catalán, por el libro Mantener la cadena de frío. El galardón lo recogerá mañana en una ceremonia en La Casa Encendida de Madrid.

—Un libro a medias sobre comida, gastronomía, consumo... ¿cómo se digiere eso?

—Se trata de un libro extraño; el libro es, por decirlo de alguna manera, temático. Una larga reflexión poética sobre el mundo que rodea la comida y el consumo. Es un libro extraño, también, porque es de los dos y a la vez no es de ninguno. El tono de los poemas se encuentra en un punto intermedio entre el de Andrés y el mío. Por eso nos gusta tanto, porque podemos leerlo una y otra vez como quien lee y disfruta los poemas de otro poeta.

—¿Cuál ha sido el sistema de trabajo que han seguido para elaborarlo?

—Hemos quedado muchas veces para compartir notas, observaciones y para hablar de lo que cada uno querría que fuera el libro. Después de eso creamos un documento online que nos permitía trabajar a los dos sobre un mismo archivo. El sistema era sencillo: cada uno era libre de para sugerir cambios o directamente cambiar versos y palabras del otro.

—Hay poemas de uno y otro poeta, aunque la autoría concreta no se especifica, deduzco que no ha habido problemas de ego...

—Los poetas tienen, tenemos, un ego magnífico y tremendo. Afortunadamente, de momento, nos contentamos con saber que todos los poemas nos gustan y que todos son, en cierta forma, de los dos. Aunque si alguna chica destaca alguno en especial, imagino que cualquiera de los dos se asegurará de dejar caer que lo escribió él.

—Uno de sus anteriores libros se titulaba ‘Basura’ y ahora se desliza hacia el consumo y la gastronomía. ¿Cómo se produjo ese cambio de temática? ¿O en realidad no hay tanto cambio?

—Son dos mundos muy cercanos, si no el mismo. Basura (Editorial Delirio, 2011) celebra un fenómeno místico, el de la creación de la basura, que se encuentra presente en casi todos nuestros actos diarios. Asimismo comer, consumir y las actividades poco naturales que rodean el acto natural de alimentarse forman parte de nuestro día a día. Comemos y generamos basura. Eso es lo que hacemos.

—Un libro escrito a través de internet que obtiene el Premio Poesía Joven de una emisora de radio. ¿La modernidad era esto?

—¡Ja ja! No. Internet nos ha permitido ser más eficientes —sí, se puede hablar de eficiencia en la poesía—; nos ha permitido trabajar más rápido y observar mejor los procesos creativos del otro ya que el documento online permite ver la escritura en tiempo real. Quizá sea todo muy moderno, no lo sé, pero el libro debe sostenerse por sí mismo, sin tener en cuenta los procesos mecánico-digitales que lo han llevado a ser así.

—Enlazando con la pregunta anterior, en una era tan tecnológica, ¿realmente tiene una función la poesía?

—Más que nunca. La poesía puede y debe estar en la era de la tecnología precisamente porque vive fuera de ella. La poesía no tiene función ni la reclama. La poesía es una existencia que sobrevive al margen de las revoluciones industriales, sexuales, políticas y tecnológicas.

—Este libro lo han compuesto a través de Google Docs, con Nanoediciones publicó el libro ‘SEX’, que es descargable y troquelable para convertirlo en libro, mantiene un blog... ¿Son simples juegos con los medios a su disposición o una parte de su concepto de lo poético?

—Opino que el creador debe jugar siempre con los medios. Si es posible hacer algo, vale la pena experimentar con eso. Al final hay cosas que funcionan bien y otras no. Me interesan los libros, y SEX es un libro, pero todo lo demás, mi blog, los textos online, son juegos que permiten, de vez en cuando, pensar, lo cual no es poco, y no espero nada más.