Dos espectadores examinan un mosaico de imágenes que recrean la Instant City de sa Cala, construcción hinchable con la que indagar el futuro del diseño en 1971. | Carles Domenech

La Instant City fue una ciudad efímera que se construyó del 14 al 16 de octubre del año 1971 en sa Cala de Sant Miquel con plásticos hinchables, tubos y la actitud emprendedora de 1000 congresistas y 500 estudiantes, procedentes de 40 países. El Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA) inauguró ayer la exposición La utopía es posible, Eivissa 1971, que recuerda aquel congreso organizado por la International Council of Societies of Industrial Design.

La muestra reúne fotografías, documentos, grabaciones y entrevistas filmadas. El evento, ubicado en los exteriores de los hoteles Galeón y Cartago en la Cala Sant Miquel, incluyó happenings propios de la época, como una multicolor ceremonia inaugural en la playa, una escultura inflable sobre el mar del artista Josep Ponsatí, un gran tubo de plástico que serpenteó varios días por la orilla del mar, un concierto performance de Pau Riba, que vivía en Formentera, o exposiciones paralelas en las galerías ibicencas de autores tan importantes como Dalí, Miró, Fautrier, Fontana o Tàpies, entre otros.

«La estructura del congreso no fue nada típica y se financió con dinero privado», explica el diseñador Joan Antoni Blanc en una de las entrevistas filmadas, quien asegura que «el congreso fue un éxito y el único fracaso fue no repetirlo ya que nos concentramos más en hacer que en explicarnos». El cineasta Bigas Luna rememora que «fue un proyecto con una enorme energía, mezcla de parte creativa y cultural, con un potencial lúdico magnífico, favorecido por la Eivissa del momento, que era todo naturaleza». El director asegura que «la Instant City fue una ruptura con el mundo del diseño, influido por el arte conceptual, que permitió mi paso al mundo del cine».

Para el filósofo Xavier Rubert de Ventós, el acontecimiento enseño «una forma de comportamiento y fue un momento de análisis crítico de la funcionalidad de las modas, en un periodo marcado por la barra libre en la sexualidad, entre la introducción de la píldora y la llegada del sida».

Del entorno hippie y a veces contestatario de algunos jóvenes que asistieron a esas jornadas, surgió una generación que representó años más tarde la élite profesional, como Américo Sánchez, que diseñó la señalización del congreso. «Me facilitaron una pastilla de LSD que me sirvió para entender la visión de la psicodelia y ver otro mundo», asumió el reputado diseñador gráfico. Daniel Giralt-Miracle, miembro del comité organizador del congreso, declaró que «la Instant City supuso un nuevo camino de mucha gente rebelde que se convertiría con el tiempo en la cultura ilustrada».

Entre las curiosidades expuestas se encuentra un reportaje sobre el congreso realizado por el franquista NO-DO que interpretaba la realidad de forma algo sesgada: «La Instant City semeja en su conjunto a unos extraños globos y colchones pero se trata de unas tiendas, y es la primera vez que estos útiles edificios, aptos para los casos urgentes, han sido mostrados como servicio público». El montaje se podrá visitar en Barcelona hasta el 20 de enero del próximo año.