Carl Cox bromea con material promocional de Space en la vivienda de José Roselló, en Sant Antoni.

El nombre de Carl Cox (Manchester, 1962) se ha convertido en uno de los más reconocibles del extenso listado de djs que cada verano asaltan las discotecas de la Isla para convetir Eivissa en una meca para los que disfrutan de la música de baile; está vinculado especialmente al de la discoteca de la que es residente desde hace doce años, Space, donde cada martes desarrolla su particular ‘revolución’.

— Usted fue uno de los ‘grandes’ en venir... si no el primero. ¿Cómo se produjo su primer contacto con Eivissa?

— Llegué en el 85 para disfrutar de la Isla. Buena música, buena comida, y los clubes eran lo más interesante. Ku, ahora Privilege, era algo que quería ver. ¡Una discoteca que tenía una piscina, sin techo, bailar bajo las estrellas, increíble! En Inglaterra no teníamos nada como eso. Amnesia, alucinante, precioso, todo en blanco. Angel’s, Glory’s, Pacha, claro, y, por supuesto, Space. Todo era diferente, tenía los ojos abiertos como platos. Los sistemas de sonido, la gente bien vestida, elegante. Para mí esto era algo fantástico de ver. Entonces no vine para pinchar, y como turista pude entender la isla mejor, antes de venir a poner mi música.

— Llegó usted casi con el house...

— Sí, mis amigos -ya era el 86 o el 87- pensaban que había que traer el house a la Isla. Entonces no se oía casi este estilo. Era más europop, más pop bailable. Lo recuerdo muy bien, eran Yellow, Asia, The Communards... Nada de house, funk o soul... Y Paul Oakenfold, Danny Rampling y también Trevor Fung decidieron que querían traerlo. Era una música especial y se notaba que algo estaba pasando. Vi crecer y crecer este tipo de música aquí. Fue una época en la que también pinché en Eden, Chaos, Summum, Extasis... en Sant Antoni, y luego en Angel’s, el único club quizás del mundo que tenía un tobogán, que la gente utilizaba mientras la pista estaba abarrotada...

— Un estilo al que usted se ha mantenido fiel y que le conecta bien con la gente.

— Exactamente. Sólo toco en lo que creo. Mi música siempre ha sido abierta para que el público pueda conectar. Yo pincho, y si entras, bien. Si no, también está bien, pero busca otro sitio. Siempre he sido capaz de conseguir un buen sonido. Es algo con lo que he crecido. He dado fiestas en casa para cinco personas y esas cinco personas, encantadas... Y luego, para doscientos, cuatrocientos, mil, pero siempre entendiendo al público, siempre buscando qué es lo que tengo que poner después, de un disco al siguiente, siempre haciendo que la gente conecte con la música que estoy poniendo. Con house, con la música electrónica, busco y busco muy intensamente. Lo he hecho siempre, llamando y preguntando, y yendo a donde lo tenían y pagando lo que costara el disco que estaba buscando. No sé, una canción de Gary Numan que te gusta y no encuentras... Ahora ya no es así, esos días se acabaron.

— Sí, ahora lo buscas en Facebook y se lo pides directamente, ¿no?

— ¡Exacto! ¡Eh, que soy tu mayor fan! ¡Ja ja! Ahora es tan fácil... Pero yo respeto muchísimo a la música. Mi pasión por seguir buscando nuevos temas es muy fuerte y sigo haciéndolo. Puede que ya no tengas las mismas sensaciones, pero sigo queriendo ofrecer nueva música y sigo disfrutando cuando oigo algo fresco, nuevo, quiero usarlo. Ok, estoy en Space, pondré esto al principio, al final, lo guardo para la semana que viene, una idea original.

— Usted es de los que está siempre pendiente de la reacción del público. ¿No están ahora algunos de los que se suponen que son de los grandes poniendo mucha distancia entre ellos y lo que sucede en la pista de baile?

— Yo siempre trabajo muy duro para crear la música para el momento. Los discos se hacen también pensando para esos momentos, así que, si quieren, los djs no tienen que pensar demasiado. La música va a subir, va a bajar, un poco más tranquila, más rápida. Está pensada para que sea así, pero yo sigo pensando que es necesario trabajar para crear esos momentos y así me siento más realizado como dj, hasta el punto de que sigo usando reproductores de cd como si fueran platos. Creo que eso da mucha más energía, más alma a una actuación. A mí, además, me gusta tocar todo tipo de cosas, y si algo me ha diferenciado ha sido eso, ese estar pendiente.

— También mantiene una relación especial con José Roselló, el dueño de Space. Se dice que parecen casi familia...

— Viene de una vez, al principio, que vine a pinchar en Space. Pepe siempre se ha interesado en el sonido del dj. ¿Quién es ese tipo? preguntó un día. El promotor siempre dice de ti que eres genial, y eso está bien, pero Pepe quería saber por qué. Así que, cuando me vio entrar, un chico joven, negro (ríe), no famoso, pero que podía hacer bailar a la gente, española, italiana, holandeses, alemanes, ingleses, debió quedar impresionado, porque yo toco para todo el mundo. No soy un discjockey inglés que toca para los ingleses, eso es demasiado fácil. El oye, y mira, y pensó, ‘tiene algo’. Vio algo especial en mí. Incluso hoy no sabe qué es lo que tengo, pero que lo tengo. Le conté cosas de mí, mi historia, Barbados, de donde venía mi familia, que venía a Space a bailar. Y me dijo, un día tienes que tocar en Space. Y para mí fue un sueño tocar en este club, porque dentro era una discoteca y fuera estaba la terraza...

— ¿Y cómo surgió esa oportunidad?

— Pues vino de React Records, que hizo una fiesta aqui, un domingo, y Pepe me oyó tocar y dijo ‘tenemos que hacer que este dj vuelva a tocar otra vez’. Se lo dijo a James, de React, para que me preguntara. Nunca me lo pidió a mí directamente. Luego, un día estábamos hablando en el bar y me preguntó que qué tal me sentía. Tuvimos una gran conexión, sin tenerme que preguntar quién era yo, sólo que le gustaría verme tocar un poco más en el club. Y me preguntó si podía venir a un opening. ‘Claro, sin problema, me lo dices y vengo’. Y volví a tocar, y más y más gente cada vez. Mi cumpleaños, más gente, lleno, lleno, y luego me pidieron que hiciera la terraza para BBC Radio 1, para Eddie Gordon, y eso cambió también lo que era la terraza. Siempre había tenido en mente cómo serían mis propias fiestas. Les pedí que cambiaran los altavoces de sitio, que estaban orientados de manera equivocada; también la cabina, que estaba junto al bar. Quitamos los cables,... Y Pepe: ‘¿qué están haciendo a mi terraza?’ La fiesta fue un éxito increíble.

— Y desde 2001 entró ya como residente.

— Sí. Aquello fue 95 o 96. Luego fueron los domingos de We Love. Les dije: necesito mover la cabina de dj, la movimos de un sitio a otro. El sistema de sonido era horrible, lo cambiamos. También que se limparan los baños. Y si se hace todo, acepto. Y cuando vine a tocar la primera vez, todo estaba correcto. Genial.

— Y la relación continúa.

— Siempre nos hemos entendido muy bien. Y ahora es un club-terraza. Por eso mi relación con Pepe es la mejor que se puede tener, porque quiero trabajar con españoles, no quiero ser uno de esos ingleses que vienen y dicen se hace así porque lo sé mejor que nadie, porque la combinación de ideas de Pepe y las que yo le puedo dar hacen que avancemos. No estamos de acuerdo en todo. Cuando tuve djs de drum and bass en la discoteca, Pepe se llevó las manos a la cabeza. Yo le decía: ¡pero si la gente está bailando! Odiaba ese estilo. Fue muy divertido, pero yo quería hacerle entender que era un club musical, no un sitio solo de house, pero en fin...

— ¿Y para este año?

— Hemos cambiado un poco el equipo de djs y hemos dado como un paso adelante en lo generacional. Hemos abierto la puerta para ver nuevos músicos. También hemos mejorado la producción. Lo hacemos cada año, sí, pero este año hemos ido un poco más allá en lo técnico y la gente podrá verlo enseguida

— ¿Significa que se sienten seguros con lo que han conseguido en los últimos años?

— Claro. Es importante no cambiar tan drásticamente. A la gente le gusta lo que hemos ido creando. Si no está roto, no hay por qué arreglarlo.