La Eivissa Jazz Big Band abrió la primera noche del festival. | AMANDA AGUADO

Con veinticinco años de historia recién cumplidos, el festival Eivissa Jazz puede presumir de tener sus propios clásicos, dos de los cuales quiso el programa que coincidieran la noche del miércoles en el baluarte de Santa Llúcia. La Eivissa Jazz Big Band sumaba su cuarto año abriendo el certamen, mientras que el pianista Abe Rábade aparcó su Eivissa Jazz Experience para regresar a la Isla al mando de su propio trío.

Con bastante puntualidad, el conjunto ibicenco fue acomodándose sobre el escenario para arrancar con Topsy (Eddie Durham). Ya advirtió el director de la big band, que el concierto se centraría principalmente en standards, y así el público pudo disfrutar de unas pulidas interpretaciones de temas como Groovin’ Hard (Don Menza), M.O.T. (Matt Harris), But Not for Me (George e Ira Gershwin) o Love for Sale (Cole Porter), añadiendo al repertorio un tema más tropical, como fue Agua de beber (Antonio Carlos Jobim).

La banda sonó contundente en todo momento, bien conjuntada y demostrando que Eivissa no puede permitirse su desaparición en un momento en el que su calidad está fuera de toda duda. Alfredo Souza, su director, reclama apoyos y oportunidades para tocar y permitir que el conjunto siga creciendo.

Precisamente, Souza es el autor de Bajo las olas, un tema compuesto hace algunos años y que puso la nota funky al concierto, que se cerró con uno de esos temas que quedan grabados a fuego en la memoria la primera vez que se escuchan, como fue el St. Thomas, de Sonny Rollins, mientras el director agradecía al público su presencia y presentaba uno a uno a los diecinueve músicos. Pese a no estar previsto en su actuación, el público reclamó un bis que la big band solventó retomando una parte de Groovin’ Hard.