Unas pocas palmeras cubrían los escasos edificios de la línea de mar en Sant Antoni en 1956

s, un gran mapamundi ha dominado una de las paredes de la sala de exposiciones de Can Curt, en Sant Agustí. En él, aparecían marcados con chinchetas los lugares a los que había viajado el fotógrafo Vicent Ribas Trull, a quien se ha dedicado la muestra, a lo largo de su vida. Un recorrido impresionante por más de 100 países.

Pero la exposición también ha permitido revivir una Eivissa que en muchos sentidos ha dejado de existir. El cambio de la fisionomía del territorio, de las localidades, quedó registrado también por Trull, que en las décadas de los cuarenta y los cincuenta dirigió su objetivo hacia su hogar, hacia la isla de Eivissa.

El homenaje en forma de exposición hacia esta figura, hacia este este viajero empedernido, como le definía el título de la misma, ha facilitado el encuentro de Vicent Ribas con otros fotógrafos, quienes, por iniciativa de los organizadores de la muestra, han puesto sus cámaras al servicio de volver a retratar esos lugares que Trull documentó negativo a negativo.