La formenterense y el mallorquín, en una imagen promocional.

La relación entre la formenterense Maria J. Cardona y el mallorquín Miquel Brunet se ha ido construyendo nota a nota a lo largo de los años. Coincidieron sobre un escenario a principios de los años noventa. Ella no tenía veinte años y él no había llegado a los treinta. Veinte años después, todos los encuentros, todas las canciones cantandas en la intimidad o sobre un escenario han cristalizado en un sugerente nombre: Imaràntia, que también bautiza el primer álbum que publican juntos (Ona Edicions Musicals) y en el que han perseguido esa «complejidad que comporta la sencillez».

Se trata de un disco de diez piezas en el que Cardona pone la voz y la guitarra y Brunet toca piano, Rhodes, Wurlitzer y bajo. Además, para la grabación, realizada en los Estudis Ona de Bunyola, han contado con la colaboración de Biel Fiol (violonchelo), Eduard Riera (violín) y Jaume Ginard (batería).

En Imaràntica, Cardona ha encontrado un proyecto paralelo al que lidera en 4 de Copes, de un corte mucho más intimista y que comenzó a grabar los temas del disco hace más de un año. «La exigencia no es compatible con las prisas», recuerdan desde el sello discográfico.

Evocador

«Confiaré un cop més. Confiaré, no sé per què. / No hi ha més, és el que tenc: / un paper en blanc i el cor a les mans». Estos son los primeros versos de Podem, la canción que abre el álbum y que pone de manifiesto la atmósfera en la que se mueve Imaràntia, un nombre que «ya canta con resonancias evocadoras», escribe Isidor Marí en la carpeta del disco. Para el presidente de la Secció Filològica del Institut d’Estudis Catalans y también músico, la combinación entre Cardona y Brunet, entre Formentera y Mallorca «no podía salir mal». «Esta no es música sólo para escuchar. Tenéis que dejarla que os quite un lugar en un rincón de vuestra casa, allí adentro, con calma».

Sobre Brunet, Marí asegura que «lleva la música en las venas y el metrónomo en el corazón» y de Cardona señala que la conoció al poco de que empezara a subir a los escenarios —«en un discreto segundo plano»— y «ahora se hace escuchar con pasos mucho más seguros».

No oblidis mai, Lliure, Despertau-me, Llàgrimes, Silenci

o Començant a recordar son los títulos de algunas de las canciones de este primer disco que, apuntan desde Ona, «busca desnudarse en pequeños espacios, en los que el público casi roza los instrumentos».