Imagen de las obras en el sector del acueducto que se aproxima al mar.

Hace un par de meses, nos felicitábamos porque la Conselleria de Cultura de Eivissa y la concejalía homónima del Ayuntamiento de Santa Eulària anunciaban la restauración y musealización del abandonado acueducto romano de s’Argamassa. Este monumento, de más de 400 metros de longitud y 2.000 años de historia, discurre en perpendicular al mar prácticamente adherido a un hotel. Según los historiadores, formaba parte de las instalaciones de una industria de pescado en salazón, que se mantuvo hasta el siglo II ó III de nuestra era.

La noticia, después de tantas décadas de abandono, nos reconciliaba con nuestras instituciones, que además adelantaban un acuerdo con la cadena hotelera Meliá para derribar una parte del establecimiento anexo, literalmente apoyado sobre el acueducto.

Sin embargo, si hoy nos aproximamos al monumento, sólo podremos deducir que su conservación, en realidad, le importa un rábano tanto a la cadena Meliá como a las autoridades competentes. Los malpensados incluso concluirían que aquella puesta en sociedad no fue más que una cortina de humo alrededor de los intereses espurios que se proyectan sobre la costa de s’Argamassa.

Rebobinando, nos damos cuenta de que en la presentación ‘in situ’ de la restauración del monumento nadie hizo referencia a la obra de reconversión de enorme magnitud que ahora se acomete en el edificio aledaño. De hecho, la demolición de la pequeña porción de estructura que se apoyaba en el acueducto se hizo con antelación a esta remodelación, para que en las fotos solo apareciera la cara amable del asunto.

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