Benjamí Costa, director del Museu Monogràfic de Puig des Molins, ayer en la exposición. | DE

Michael Everitt (1933-2005) estudió para ser arquitecto en la Universidad inglesa de Leicester y desde 1981 formó parte del estudio Feilden y Mawson diseñando, entre otros, los ambulatorios y principales salas del antiguo Hospital de Norfolk y Norwich en esta ciudad del Este de Inglaterra. Fue una persona muy querida en su ciudad, hasta el punto de que en 2009 las autoridades colocaron un monolito en su honor en este hospital para agradecer su labor como comisionado en el Proyecto de Arte del centro y su implicación en asociaciones de diversa índole.

Sin embargo, mucho antes, en 1954, con apenas 21 años, fue un turista que visitó Eivissa junto a su hermana y su familia y se hospedó en el Hotel Bahía. Y como tal, hizo 71 fotografías que donó en octubre de 2004 al Museu Monogràfic Puig des Molins. Pues bien, 11 años después de aquella donación, y 61 de su paso por la isla, 51 de aquellas imágenes, se pueden contemplar hasta el 8 de mayo de 2016, de 09.00 a 15.00 horas, en el centro de Vía Romana de Vila gracias a la exposición Viatge a Eivissa. Michael Everitt, 1954.

Desgraciadamente, Michael Everitt falleció en 2005, víctima de una enfermedad irreversible, solo un año después de hacer la donación al museo. «Cuando supimos de su muerte a todos los que nos habíamos involucrado en este proyecto nos invadió una gran pena y sobre todo sentimos muchísimo el no haber llegado a tiempo para que Michael contemplara las imágenes de su querida Eivissa en las paredes del Museo», recordó ayer a este periódico Benjamí Costa, director del centro.

Año y medio de trabajo

En este sentido, según el propio Costa, la inauguración de la exposición ha sido «la culminación de un trabajo intenso y emocionante» que se ha prolongado durante mucho tiempo. «Primero descubrimos las imágenes, después el propio Everitt nos mandó los negativos originales de las fotografías que tomó en 1954 y que Foto Raymar nos ayudó a digitalizar y limpiar, y finalmente, después de más de año y medio de trabajo, ahora ya forman parte del patrimonio de todos los ibicencos», resumió el propio Costa, responsable de la exposición junto a la restauradora del museo, Elena Jiménez.

Él mismo destacó que estas imágenes tienen un importante valor, tanto a nivel técnico como histórico. «Everitt era en 1954 un estudiante de arquitectura y eso se nota en cada una de las fotografías, donde se ve un cuidado estudio de la luz, la composición de las imágenes, el encuadre y la composición», explicó Costa.

Sin embargo, todo esto queda en un segundo plano ante el papel protagonista que toma la figura humana y que, según Benjamí Costa, lo domina todo. No en vano, en las fotografías que forman parte de la muestra el espectador encontrará, como en la serie dedicada a la salida de misa en Sant Antoni, con mujeres mayores saliendo del templo con mantones de riguroso luto y abanicos para taparse la cara ante la presencia de un fotógrafo o con jóvenes que vestían con traje tradicional y otras, más modernas, que se atrevían con lo que se llamaba ‘a la marinera’ y que consistía fundamentalmente en llevar blusa y falda por debajo de la rodilla. Y eso sin olvidarnos de los primeros grupos de turistas que comenzaron a llegar a Eivissa e, incluso, en las que Everitt tomó en el puerto antes de marcharse de Eivissa se pueden ver trabajadores con cajas con productos que nuestra isla exportaba a la Península, «algo impensable en nuestros días».

Isla «desconocida»

Por todo ello, Benjamí Costa define Viatge a Eivissa. Michael Everitt, 1954 como «una crónica visual de una Eivissa que ya ha pasado a la historia, basada en un estilo de vida tradicional y unido al campo o a la pesca, donde las mujeres vestían en su día a día con el traje de payesa y que luego se vino abajo dos décadas después con la llegada del turismo y de los hippies».

Sin embargo, uno de los que sí conoció esta «otra Eivissa apegada a sus costumbres y a las tradiciones» fue el propio director del Museu Monogràfic Puig des Molins. «La exposición también tendrá un gran interés y un punto nostálgico para todos los ibicencos que tengan de 55 años para adelante, porque seguramente se sentirán muy identificados con lo que verán en las imágenes», comentó Costa, mientras destacó que él «fue un niño de sa Penya» y recuerda «perfectamente a las mujeres sentadas en la puerta de su casa haciendo calceta o charlando mientras los pequeños jugaban en la calle».

Unas imágenes que volverán a la memoria de todos los ibicencos o que serán descubiertas por más de uno, sesenta años después gracias a Viatge a Eivissa. Michael Everitt, 1954.