Antonio Martínez Beneyto respira periodismo por todos sus poros. Lleva treinta años ejerciendo en radio, prensa, televisión y gabinetes de comunicación y es un profesional vocacional que transmite su pasión por su trabajo en cada palabra que dice.

Nuestro aspirante a Sardina Negra para el Periódico de Ibiza y Formentera y la Televisió d’Eivissa i Formentera, nació en Madrid y comenzó en OndaCero, «cuando todavía se escribían las noticias en máquinas de escribir y en las redacciones no había ordenadores», y como colaborador en La Gaceta de los Negocios «cuando se maquetaba dibujando con un lápiz rojo y otro azul». Tras enamorarse de una Mónica, una ibicenca de Sant Josep, tener tres hijos, y aprender a conducir en nuestra isla, ha trabajado en El Mundo, del que actualmente es colaborador, en la SER, en agencias de comunicación como Capital Image, Young & Rubicam o Grupo Quator, o en gabinetes de comunicación como el de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, el Ayuntamiento de Sant Josep o el Ayuntamiento de Ibiza. Y además, este ávido lector de libros en papel, amante del cine, la música, la gastronomía y la buena mesa, aún tiene tiempo para echar una mano en la fabricación y promoción del aceite que elabora con aceitunas de Ibiza su suegro, Joan Benet. Y es que Antonio Martínez Beneyto, asegura con una gran sonrisa que siempre está dispuesto «a aprender cosas nuevas y a afrontar nuevos retos y experiencias». El último de ellos, convertirse en Sardina Negra.

—Es genial entrevistar a un colega. Y además a alguien con su trayectoria impresionante. ¿Qué le llevó a convertirse en periodista?

—Gracias. Pues fundamentalmente las ganas de aprender y entender lo que ocurría a mi alrededor para contarlo y comunicarlo. Yo iba para actor pero al ser el pequeño de cuatro hermanos eso no estaba muy bien visto (risas).

—Usted es vocacional. ¿Qué tiene esta profesión que engancha tanto?

—Que es muy bonita y que por lo general nos encanta a los periodistas. Y eso en ocasiones no es bueno porque aguantamos más de lo que deberíamos.

—Comenzó hace 30 años. ¿Cómo ha cambiado el periodismo?

—Pues en muchas cosas. Por ejemplo yo trabajé en gabinetes de comunicación en los que mandábamos las notas de prensa por telefax y estabas una tarde entera para que llegara a los medios de comunicación. Además, yo empecé escribiendo en máquinas de escribir y maquetando en papel, con lápices rojos y azules.

—¿Y los periodistas? ¿Hemos cambiado?

—Desgraciadamente bastante. Actualmente muchos se creen estrellas, hablando como si estuvieran desde un púlpito, y restando protagonismo a lo que realmente es importante, la noticia y la información.

—¿Y eso como se podría cambiar?

—Haciendo mejores productos y analizando mejor lo que escribimos, dando importancia a la veracidad y al análisis.

—¿Qué opina de la influencia de las redes sociales en los medios actuales?

—En ocasiones son positivas por la inmediatez que generan, como los teletipos antiguos, pero aquellos casi siempre eran verdad. Actualmente hay que tener mucho cuidado con lo que se publica en Facebook o Twitter y realizar un análisis correcto de la información y no caer en el amarillismo pensando que vende más.

—Todo eso es muy bonito y es el periodismo con el que algunos soñamos, pero desgraciadamente eso cada vez es más difícil porque las empresas cada vez tienen menos trabajadores...

—Es verdad. Hemos sido víctima de la crisis que ha afectado a todos los sectores y eso al final repercute en la calidad del producto.

—¿Qué cara se le queda cuando escucha que prácticamente ningún joven ha comprado un periódico en su vida?

—(risas).Pues que es una pena, pero que es un reflejo de la sociedad actual. Pero no se crea, tampoco la situación ha cambiado tanto. Yo que voy a cumplir 49 años aún recuerdo cuando el primer día de facultad, nuestra profesora Pilar Equiza preguntó cuantos de nosotros leíamos el periódico todos los días y sólo levantamos la mano tres o cuatro. ¡Y eso en una facultad de periodismo! Así que lo de nuestros jóvenes no me extraña en absoluto (risas)

—Creo que es cuestión de cultura y de lo que se ha vivido desde pequeño...

—Llevas toda la razón. Yo levanté la mano porque en mi familia siempre se ha leído mucho. Mi abuela era fiel al ABC, sobre todo de las esquelas para ver si morían más mujeres que hombres, y el resto de mi familia siempre compraba El País, el Diario 16, el Independiente, que era un periódico semanal tipo sábana, o incluso el As. Eso creo que es muy positivo porque ayuda a tener una visión muy amplia de la sociedad en la que vives y además, el leer distintos artículos de opinión, te permite comprender y respetar distintos puntos de vista aunque no se esté de acuerdo con ellos.

—Usted ha trabajado codo con codo con Alberto Ruiz Gallardón, presidente y alcalde de Madrid. ¿Es verdad que es más enrollado de lo que aparenta?

—(risas). Sí. Lo que pasa es que es un gran tímido que se ha dedicado al circo de la política. Además es un tipo muy brillante que nos volvía locos.

—¿Y eso?

—(risas). Porque por ejemplo, cuando íbamos a un acto y habíamos pactado un discurso y habíamos hecho nota de prensa para pasárselo a los medios de comunicación, llegaba él, y con su mente tan brillante lo cambiaba todo. Y allí todo el mundo cogiendo notas a toda velocidad (risas).

—¿Somos muy pesados los periodistas de los medios de comunicación?

—(risas). Qué va. Para eso estamos. Además, nosotros desde un gabinete de comunicación también somos muy pesados cuando os convocamos a ruedas de prensa y os pedimos que vengáis a un acto. Al final, lo más bonito es cuando se crea una relación cordial entre unos y otros.

—¿Cambia mucho trabajar en Madrid y en la isla de Ibiza?

—No depende del lugar sino de las personas y el equipo con el que trabajes. La isla de Ibiza es genial y no la cambio por nada pero en Madrid he vivido cosas que me han marcado como el brutal atentado del 11M. Ver a la gente en la estación, ver en el cuartel de Daoiz y Velarde personas que estaban a medio cubrir y luego a la media hora tapados enteros porque acababan de morir, ver a familiares desesperados por los hospitales en busca de sus seres queridos o al día siguiente, en Ifema, ver los cuerpos tumbados mientras aún sonaba algún teléfono móvil... eso te puedo asegurar que fue lo más duro que he vivido.

—¿Y lo mejor? Tengo entendido que ayudó en la boda de los reyes...

—(risas). Sí, pero fue en la organización de lo que menos se veía. Junto a mi compañera Rebeca Gil, una profesional maravillosa, nos encargamos de todas las flores de la ciudad, de colocar los carteles que taparon los edificios en obras por los que pasó la comitiva, de delimitar la tarima para los medios de comunicación o de preparar un desayuno informativo para los periodistas acreditados.

—Tambien creo que le encanta la moda y que trabajó para la Pasarela Cibeles. ¿Cuál es su prenda favorita?

—(risas). Sí, estuve en el comité de moda de la Pasarela Cibeles. Y si tuviera que elegir una prenda te diría que el sombrero.

—¿Y su icono de moda?

—Pues alguien que me pareció maravilloso y que desgraciadamente es una figura poco explotada en España y que era Balenciaga. Era impresionante porque hacía arte con la moda.

—Ahora colabora en El Mundo con artículos de gastronomía y en la almazara de su suegro, Joan Benet haciendo aceite. ¿Es cierto que le encantaría hacer un programa de televisión como el de Echanove e Imanol Arias?

—(risas) ¿Y a quien no? Es más, sería genial hacerlo contigo (risas).

—Ahora forma parte de la Real Academia de Gastronomía de Ibiza. ¿Disfruta en una buena mesa?

—Sin duda. Es un tema que siempre me ha interesado por lo que rodea al acto de disfrutar de una buena mesa y una buena compañía. Además me encanta saber de tradiciones y productos del lugar en el que vivo.

—¿Es verdad que siempre ha sido muy solidario con causas que tienen que ver con el cáncer?

—Sí. Es una enfermedad que ha atacado con virulencia a mi familia y además, como una de mis mejores amigas es María Luz Martínez Chantar, una de las principales investigadoras españolas en este campo siempre que puedo ayudo.

—¿Posando en las redes sociales comiendo una fresa?

—(risas). Exacto. Eso fue una campaña que consistía en que por cada fresa se destinaba un euro a la investigación. Y ahí estuvimos toda la familia (risas).

—Y ya la última ¿Es consciente que tiene una de las barbas más famosas de la prensa de Ibiza? ¿Cuál es su secreto?

—(risas). Eso dicen. Bueno aparece y desaparece pero me la dejo un poco por aparentar menos kilos y porque no me puedo dejar el pelo largo que es lo que a mi gustaría. Y me agrada que me digas lo de la barba porque ahora quiero ser un it boy (risas).

PEQUEÑA BIOGRAFÍA

Antonio Martínez Beneyto nació en Madrid el 15 de abril de 1968. Casado con Mónica y padre de tres hijos.

Estudió periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y tras comenzar en Onda Cero y en La Gaceta de los Negocios, en los últimos 30 años ha trabajado en El Mundo, en la SER, en las agencias de comunicación Capital Image, de Young & Rubicam, y Grupo Quator, y en los gabinetes de comunicación de la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Madrid, Ayuntamiento de Sant Josep y el Ayuntamiento de Ibiza. Actualmente colabora haciendo artículos de gastronomía con El Mundo de Ibiza y Formentera.

También ha estado vinculado a proyectos turísticos en Ibiza y se considera «un defensor de la lealtad y la sinceridad como motores de la vida personal y profesional».

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Hoy en la TEF a las 21.55 horas