El cómico, monologuista, ilusionista, escritor y director de cine Luis Piedrahita (A Coruña, 1977), nos atiende por teléfono mientras camina por la calle antes de aterrizar hoy en el Festival del Humor de Ibiza con su espectáculo Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas. Una breve conversación en la que nos demuestra su agilidad mental y su capacidad para hacer humor con las cosas más sencillas que nos rodean.

—Perdone pero ¿qué tienen de gracioso las amígdalas?
—Bueno que quede claro que en el espectáculo se habla de todo menos de amígdalas. Se reflexiona sobre todo lo que nos rodea, desde las esponjas de baño a las polillas, pasando por los ascensores, los hoteles o las islas desiertas. Y es que hay un gran paralelismo entre todo eso y el alma humana.

—¿Y por qué el nombre?
—Porque como es de las pocas cosas que no hablo en el espectáculo no quería que se sintieran decepcionadas.

—¿Cómo logra hacernos reír con los objetos que nos rodean?
—Porque estos objetos son la radiografía perfecta para saber como es una persona. Se sabe mucho más de alguien conociendo sus gustos cotidianos y las cosas que tiene en su mesilla de noche que mirándole a los ojos y haciéndole todo tipo de tests. Todo eso es lo que nos define a cada uno de nosotros como personas.

—Pero no me negara que a priori parece muy complicado que una esponja de baño sea graciosa...
—Bueno al final no dejan de ser excusas para hablar de cosas mucho más amplias durante el monólogo. Lo importante es que no te vean venir, sorprender al espectador, porque en el humor lo peor que te puede pasar es que sepan lo que vas a decir o hacer.

—Yo le descubrí cuando me hizo morirme de risa hablando de bolsas de plástico. Ahí me ganó definitivamente para su causa.
—(risas). Gracias. Pues ya hace de eso, creo que fue en el 2002. Creo que el secreto de ese tipo de monólogos es que todos nos sentimos identificados. Porque... ¿quien no ha tenido a mano alguna vez una bolsa de plástico? Si hablamos de un yate todo es más complicado pero una bolsa, una esponja, una naranja, una toalla, son objetos cotidianos.

—¿Para cuándo un monólogo sobre Ibiza?
—Pues no la conozco suficiente. He estado varias veces, en verano y fuera de temporada y aunque siempre me ha encantado, me quedo con la segunda opción. No soy de grandes aglomeraciones sino todo lo contrario y creo que lo bonito de Ibiza son sus playas, sus calas o sus aguas.

—Una vez, tras terminar un espectáculo suyo un amigo me dijo que usted desmontaba el mito de que los gallegos no tienen sentido del humor... ¿Es verdad eso?
—(risas) Bueno yo soy de los que defiendo que el humor no es patrimonio de ninguna zona geográfica. De hecho, algunos de los personajes más graciosos eran escritores y pensadores gallegos con un gran sentido del humor como Valle Inclán, Álvaro Cunqueiro, Julio Camba o Castelao...

—¿Y Mariano Rajoy?
—Eso es otra cosa. Yo creo que más bien al revés. De Rajoy se ríen de él, no con él.

—Usted también es ilusionista. En El hormiguero ha demostrado su habilidad ante actores de Hollywood pero también le he visto hacer magia de cerca en sitios pequeños. ¿Qué prefiere?
—Las dos cosas me encantan. Soy un gran privilegiado que no tiene que elegir entre una y otra cosa para sobrevivir y eso no suele ser normal. Por lo general cuando algo te gusta hay que renunciar a algo. Por ejemplo si te gusta el coulant de chocolate olvídate de las abdominales.

—Además ha escrito seis bestsellers de humor... ¿A España le hace falta humor?
—Por supuesto. El humor es como un lubricante y el que no lo tiene estará condenado de por vida al escozor.

—Con todo lo que hace, ¿de donde saca el tiempo?
—Pues siendo un afortunado al que le encanta todo lo que hace. Si sientes pasión por tu trabajo no tienes problema en sacar tiempo de donde no lo tienes y a mi me encanta reírme y hacer reír en todos los ámbitos de la vida.