Malagasy Gospel nació hace 25 años, de la mano de Jose Luís Guirao, presidente de la ONG Agua de Coco. Es una coral compuesta por un grupo de unas 200 niñas, de entre 13 y 17 años, algunas con discapacidad, que ensayan todos los días en Madagascar. De ahí, 25 son elegidas para cada gira en Europa con la clara intención de que todas puedan tener esa experiencia y en función de su motivación. «Se me ocurrió al escucharlas, pensé que esas voces tan bonitas y esas canciones que hablaban de su realidad, de sus derechos, etc. tenían que escucharse en otros lugares y no quedarse en sus barrios. Decidimos que tenían que salir hacia Europa y desde que lo hicimos, cada vez hay más gente que se une al proyecto», recordaba ayer el presidente de Agua de Coco y así se pudo comprobar durante la rueda de prensa de presentación de estos conciertos, ayer, donde las niñas regalaron a los periodistas una de sus canciones en sus voces.

En esta ocasión, las niñas llegan a Ibiza de la mano de la ONG Ibicenca Proyecto Juntos. Gracias al festival solidario Juntos por la Infancia en Navidad, Malagasy Gospel actuó ayer acompañando a los coros infantil y juvenil Ciutat d’Eivissa. Lo volverá a hacer hoy, a partir de las 18.00 horas, en el Palacio de Congresos de Ibiza.

Agua de Coco realiza labores con los niños de los barrios más desfavorecidos de Tulear, en Madagascar, donde adultos y niños trabajan en las minas de sal y en la región de Ilakaka, conocida también por sus minas de zafiros.

«Estas niñas concretamente vienen de un barrio muy pobre de la ciudad de Tulear, al sur de Madagascar, que se llama Ankalika y donde hay minas de sal. La población del lugar siempre se ha dedicado a su recolección. Lo hacen los adultos, pero también los niños que trabajan en una labor muy esclava donde las jornadas son de sol a sol y recogiendo sal sin ninguna protección ni en los pies ni en las manos», explicó Guirao quien añadió que, por este trabajo, «los adultos ganan hasta 8 euros al mes y a los niños, que pueden empezar desde los 7 años sus funciones, les pagan unos 4 euros».

La educación como motor de desarrollo es el lema del proyecto de Agua de Coco al que ahora se une Juntos. «Ya creamos una pequeña escuela en la zona de Las Salinas, donde no tuvimos mucho éxito al principio porque los padres no estaban acostumbrados a la educación. Les damos una comida diaria a los niños y se han ido convenciendo de lo fundamental de la labor. Hoy en día los 1.200 niños del barrio están escolarizados, ninguno trabaja ya en las salinas y por eso el resultado es muy bueno», valoró Guirao desde Agua de Coco

El proyecto está ahora centrado en la zona de los zafiros. «Allí es todavía más complejo el trabajo pues se pueden llegar a cavar túneles subterráneos de hasta más de 20 metros de largo y donde al final de los túneles, que el camino se va estrechando, son los niños de menor tamaño los que bajan y cavan abajo y hacen las partes paralelas al suelo, los túneles transversales. Es realmente peligroso pues allí la tierra cae y muchos niños se quedan atrapados para no salir nunca» informó el presidente de Agua de Coco.

Son explotaciones familiares, o de alguna persona más rica que les paga por zafiro encontrado, «que tampoco encuentran zafiros como tales, sino piedrecillas ridículas de mala calidad. Los dueños de las minas los venden a los tailandeses y srilankeses que tienen buenas condiciones y después ya venden los zafiros en India y Bangkok a precios muy elevados».

Y en ese marco es donde Agua de Coco, y ahora Juntos, están «intentando hacer lo mismo que en Salinas. Hemos firmado este convenio con Juntos porque nosotros ya llevamos años pero no tenemos recursos suficientes para realizar las tres aulas que necesitamos, un pozo en la escuela y los costes necesarios para la educación y la alimentación».

Por ese motivo, las ONGs le están dando comida y escolarización a los niños y niñas que trabajan en los zafiros «a cambio de que los padres les dejen ir al colegio. Ahí estamos, obteniendo resultados e ilusionados con conseguirlo. De momento contamos con unos 300 niños escolarizados».

Florance

Y de entre toda esa labor, José Luís Guirao destaca la historia de Florance, una de las niñas que ha viajado hasta Ibiza y que la encontraron hace diez años, cuando tenía 13, en su casa. No podía caminar porque no tenía talones.

«Después de 8 operaciones y mucha asistencia, combate su enfermedad y hoy es la segunda directora de la coral, una mujer de 23 años y de éxito. Es una muestra de la capacidad que tienen algunas personas de salir adelante si se las ayuda».

Las niñas, muy obedientes ante la voz en su idioma de José Luis Guirao se muestran asombradas porque todo es nuevo y diferente a Madagascar. «Lo que más les gusta es poder comer todos los días, pues allí solo hacen una comida al día gracias a la fundación y su alimento básico es el maíz. Conocen a más niños y jóvenes y les encanta cantar y el aplauso del público».

Para el presidente de Agua de Coco es «un gran orgullo ver de donde salen estas niñas y que están viajando y recorriendo los mejores teatros de Europa». También le encanta «poder mostrar otra imagen de África, no solo la de la pobreza y la tristeza. África es bonita, allí saben cantar, son guapos y sonrientes. Aunque pasen necesidades también tienen otros valores y capacidades que nosotros descubrimos cada día».