Una imagen de las distintas personalidades que acudieron a la inauguración de la exposición, ayer en el Museo Arqueológico de Ibiza. | Toni Escobar

Ayer por la tarde se inauguró en el Museo Monográfico de Ibiza y Formentera la exposición La arquitectura talayótica en la prehistoria de Menorca. Se trata de una muestra itinerante que ocupa una sala en la segunda planta del museo, que aterriza en nuestra isla después de haber sido exhibida del 27 de octubre de 2016 hasta el 8 de enero de 2017 en el Museo Arqueológico Regional de la ciudad madrileña de Alcalá de Henares y que se podrá ver hasta el próximo 3 de mayo en Ibiza con el fin de impulsar la candidatura de la Menorca Talayótica a Patrimonio Mundial de la Unesco.
A la inauguración acudieron la consellera de Cultura del Govern, Ruth Mateu, Jaume Gomila Saura, director general de Cultura de la Conselleria de Participación, Transparencia y Cultura del Govern de las Illes Balears, el director insular de Cultura de Menorca, Antoni Ferrer, el conseller de Cultura de Menorca, Miquel Àngel Maria, el conseller de Cultura de Ibiza, David Ribas, el director del Museo Arqueológico de Ibiza, Benjamí Costa y uno de los comisarios de la exposición, Antoni Nicolau.

Unión entre islas

Para Macià se trata de «una exposición para unir las dos islas separadas por el mar y las conexiones». El conseller se mostró muy orgulloso de que Ibiza se vuelque con el sueño de toda una isla: convertirse en patrimonio de la humanidad.

El comisario aseguró que la muestra nació hace 4.000 años y que es una guía para descubrir la Menorca talayótica a toda España. Además, aunque habla de pasado, entronca con la actualidad ya que toda Menorca está plagada de monumentos y construcciones talayóticas, aseguró.

Según explicó ayer a PERIODICO de IBIZA Y FORMENTERA el director del Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera, Benjamí Costa, la exposición abarca un amplio periodo cronológico, «desde el establecimiento humano en Menorca, hacia el año 2100 a.C., hasta la conquista romana, en el 123 a.C. y analiza tanto la arquitectura que se dedicaba a la vida como la que se dedicaba a la muerte».

Además, Costa destacó el carácter divulgativo de la muestra a través de piezas originales de la época, fotografías, material audiovisual y cuidadas maquetas «pensadas para suscitar el interés de todo tipo de público». Gracias a lo cual, el visitante puede conocer a la perfección cómo era el día a día en la sociedad menorquina del periodo talayótico, sus formas de supervivencia, su espiritualidad, sus sistemas de creencias, sus viviendas, sus poblados o sus rituales funerarios.

El recorrido de la exposición se inicia con una introducción sobre el paisaje y el territorio de Menorca que invita al espectador a descubrir la fisonomía de la isla, su paisaje de piedra que aún se conserva en forma de talaiots o su posición en el Mediterráneo occidental. «Arqueológicamente hablando Menorca es una isla distinta a cualquier otra porque conserva magníficamente una amplia cantidad de edificios y yacimientos construidos algunos hace 4.000 años, y porque sus taliots presentan unas características específicas que no se encuentran en ningún lugar, ni siquiera en Mallorca, Córcega o Cerdeña, como se ha pretendido comparar en muchas ocasiones», explicó Benjamí Costa. En este sentido, el director del MAEF destacó que «en Ibiza no se hizo nada parecido porque gracias a la colonización fenicia y luego púnica, nuestra sociedad estaba compuesta fundamentalmente por campesinos y artesanos».

Los edificios de la arquitectura talayótica eran de tipo ciclópeo y en ellas se emplearon distintas técnicas de construcción dependiendo del fin que tuvieran, ya que no todas estaban destinadas a la vida diaria o al rito funerario, sino que algunas representaban prestigio o riqueza. Algo que se ha podido comprobar gracias al magnífico estado de conservación en que se encuentran los restos y porque, según Costa, en Menorca «se ha sido mucho más cuidadoso que en otros lugares donde se usaban las piedras para hacer viviendas o paredes».

Tras esta parte, centrada en los edificios propiamente dichos, la exposición profundiza en las tipologías de la arquitectura siguiendo un criterio cronológico, es decir, desde el período dolménico hasta el postalayótico.

Por un lado están las construcciones asociadas a la vida, como los hábitat, los espacios públicos o los espacios rituales que sirven para comprender cual era la funcionalidad con la que fueron construidas y de las comunidades que las habitaron. Algo que además indica al visitante cuales eran sus actividades económicas, su organización social o el contacto que tuvieron con otras culturas, sobre todo al final del período, cuando recibieron claras influencias romanas.

Por otro lado, encontramos las construcciones o espacios relacionados con la muerte. En este caso hablamos de las tumbas o las necrópolis, y para entenderlas mejor se han ilustrado con informaciones que las contextualizan junto a los ritos funerarios que en ellas se realizaban.

Material original

Todo esto se complementa con una amplia colección de objetos originales encontrados en los distintos yacimientos menorquines. Todos son presentados al visitante según el período al que pertenecen y clasificados teniendo en cuenta cual era su uso y la función que desempeñaban, tanto en la vida diaria como a la hora de partir hacia el más allá. «Hay un poco de todo, desde objetos de los primeros tiempos hasta esculturas o quemadores de perfume de influencia clásica, elaborados en bronce, piedra o cerámica, y que posiblemente pudieron ser traídos hasta Menorca por algunos habitantes de la época que eran mercenarios empleados por los ejércitos romanos de Quinto Cecilio Metelo», explicó Benjamí Costa al respecto.

El comisario de la exposición aseguró que «las piezas son lo mejor de los museos de Menorca y es una gran oportunidad para contemplarlas». Destacó un peine de madera y un recipiente de hueso que aún conserva pelo del 1.100 - 800 a.C, encontrado en la cova des Carritx. Ademas, con ellos se puede ver la relación entre Ibiza y Menorca, sobre todo comercial.

Finalmente, el recorrido de la exposición culmina explicando el por qué la arquitectura monumental talayótica ha convertido a Menorca en un museo al aire libre «merecedor de presentarse como candidata a formar parte de la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO».

Menorca, ejemplo único de densidad de construcciones

El concepto Menorca talayótica nace de sus monumentos más característicos: el talaiot, derivado del término catalán talaia, que significa atalaya. Desde el siglo XIX se eusa este término para referirse a una amplia fase de la prehistoria insular. El rico patrimonio menorquín de este periodo constituye un ejemplo único de densidad de construcciones, cultura material y testimonios en un territorio tan reducido. Las construcciones se hacían con piedra de la isla y a pesar de su antigüedad se conservan en muy buen estado integrándose en el paisaje. En apenas 700 kilómetros cuadrados hay 1.574 yacimientos de los que 1.401 están catalogados como bien de interés cultural (BIC).