Un vendaval de Rock&Roll, de ritmos musicales fusionados con cervezas y buenas tapas a precios más que populares. Con la promesa de un ambiente espléndido como telón de fondo, miles de personas se echaron ayer a las calles de Santa Eulària para combatir el fuerte viento que sopló en la jornada de ayer de la mejor manera posible: bailando, tapeando y disfrutando en familia o con los amigos de los trepidantes ritmos de los instrumentos a pie de calle.

Con motivo de la celebración del Rock’n’Bars 2017, las céntricas calles del núcleo urbano de la Vila des Riu se transformaron en un improvisado macroconcierto con un total de ocho escenarios diferentes repartidos por algunos puntos estratégicos en los que el público podía dejarse llevar por los sones musicales más atractivos del momento simultaneados en pequeñas dosis de 40 minutos de duración para cada grupo o banda participante.

Julia, Rebeca y Elena, tres amigas que bailaban al ritmo del grupo Uncle Sal, explicaron que «el día pintaba mal porque hace mucho viento y algo de frío, pero, al final, se ha arreglado y se está aquí de maravilla. Buena música, cervezas y tapas, yo creo que no se puede pedir más para pasártelo bien».

Así, el deambular de la gente desde uno a otro escenario se materializaba en pequeñas riadas de personas que ambientaban, según el momento, una u otra de las zonas habilitadas para las actuaciones musicales. A la misma vez, las diferentes barras instaladas en la calle para la ocasión amenizaban el trasiego de gente mientras ofrecían al público asistente la posibilidad de degustar, por tan sólo dos euros, una tapa acompañada de una bebida.

Zoé Ortiz, batería del grupo Windrose, señaló en nombre de sus compañeras Sofi (vocalista), Cristina (guitarra) y Sara (bajo), que «tanto viento incomoda un poco para tocar, aunque merece la pena estar aquí y poder ofrecer nuestra música a la gente en plena calle».