Uno de los trabajos dedicados a la ciudad. | Philip Barlow

Los problemas visuales impiden ver el mundo con la precisión o la nitidez necesarias. Este hecho empírico, sufrido por tantos, es una realidad que las personas con vista de lince no alcanzan a atisbar.

Sin embargo, a través de algunas series de pinturas del artista sudafricano Philip Barlow se podrán hacer una idea bastante precisa de las implicaciones de ser miope.

Así, el creador ha jugado con la luz y los contornos difuminados, consiguiendo emular los efectos que en nuestra retina causa la miopía.

Muchos de los trabajos captan entornos urbanos, donde destacan múltiples estímulos visuales, y se acentúa así la confusión. Se trata de un juego óptico que también invita a reflexionar sobre el anonimato de la gran ciudad y la dilución del individuo.

También encontramos una serie dedicada a los espacios abiertos, en concreto, a la marea agitada de gamas cromáticas en la que se convierte la primera línea del mar en verano, también en este caso, con un gran protagonismo a la luminosidad, como elemento conformador del paisaje.