Joan Torres Ribes nació en Dalt Vila en el año 1844 y, con solo nueve años, ingresó en el seminario donde empezó a estudiar materias propias de la carrera eclesiástica.

A los 19 años ya ocupaba la cátedra de latín del centro y fue ordenado sacerdote en 1868, donde se licenció en sagrados cánones. A partir de ese momento, la carrera de Torres dentro de la jerarquía de la iglesia fue ascendente, con el nombramiento honorífico de camarero secreto del Papa.

En el año 1900, el Santo Padre le concedió el título de protonotario apostólico ad instar y, dos años después, fue nombrado obispo de Menorca tras recibir la consagración episcopal en la catedral de Ibiza dos meses antes.

Como obispo de Menorca multiplicó las misiones y los ejercicios espirituales, promovió la Casa de los Salesianos de Ciudadela y dio impulso al asociacionismo católico.

También fomentó las obras de mejora en diferentes iglesias y fue el responsable de adquirir el santuario de Monte Toro, ubicado en la cima de montaña más alta de Menorca, cuya restauración terminó en 1924.

Poco después, una grave enfermedad y un glaucoma lo dejaron muy sordo y completamente ciego. Unas limitaciones físicas que requirieron la ayuda desde 1928 a 1935 del también obispo ibicenco Antoni Cardona Riera ‘Frit’, que fue designado su sucesor.

Cuando ya era nonagenario, el 20 de octubre de 1936, en los inicios de la Guerra Civil española, las autoridades republicanas le obligaron a abandonar el Palacio Episcopal y trasladarse al Hospital Municipal de Ciutadella.

Durante la guerra, el obispo de Menorca no pudo evitar que un gran número de sacerdotes fueran detenidos y encarcelados. Una treintena de ellos fueron fusilados en dos días por republicanos descontrolados en el asalto al barco-prisión ‘Atlante’ de noviembre del 36 donde los religiosos permanecían presos y en el que perdieron la vida un total de 75 personas en represalia por un bombardeo de la aviación franquista en la isla.

El obispo Torres no vivió el fin de la guerra y murió el 6 de enero de 1939 a los 94 años de edad. Enterrado inicialmente en el cementerio de Ciutadella, en 1942 sus restos mortales fueron trasladados solemnemente a la actual capilla de Sant Josep de la catedral de Ciutadella.

Torres es hijo ilustre de la ciudad de Ibiza y tiene una calle con su nombre en el barrio de la Marina.

Calle del Bisbe Torres

Los tres obispos nacidos en Ibiza

El obispo Torres se convirtió en el segundo ibicenco que fue consagrado obispo de la iglesia católica en la historia de la isla. El primero fue Jaume Cardona Tur, obispo de Sión desde enero de 1892 hasta su muerte el 3 de enero de 1923. Fue uno de los ibicencos más importantes de su época, ya que además de obispo fue también patriarca de las Indias, predicador de Su Majestad y vicario general castrense.

En 1899 viajó a Ibiza por primera vez tras su nombramiento como obispo, donde fue recibido por una multitud que esperaba su legada en el puerto de Ibiza a bordo del vapor Bellver.

El tercer obispo ibicenco fue Antonio Cardona Riera, mano derecha del obispo torres en Menorca y designado su sucesor.

Consagrado en 1902 en Ibiza en una ceremonia con mucha pompa, Cardona Riera fue nombrado en 1935 obispo de Ibiza y Formentera en 1935 en sustitución del obispo Salvi Huix, tras ser designado obispo de Lleida.