Que Cristina Torres es una persona feliz con lo que hace, a la que le gusta disfrutar de la vida y de los placeres de Ibiza nos queda bien claro desde los primeros minutos de la entrevista para convertirla en esta primera Sardina Negra del mes de mayo de 2017. Quedamos con ella en el hotel One Ibiza Suites, en ses Figueretes, y mientras elegimos la ubicación para el programa, ella tranquilamente se toma una copa de cava para empezar el día.Después, demuestra sus innegables dotes de relaciones públicas y con gran amabilidad nos hace sentirnos como en casa en la espectacular terraza de este hotel que tiene unas impresionantes vistas al mar y supera el pánico escénico que asegura sufrió cuando la llamamos por teléfono por primera vez.

Sin embargo, parece que haya pocas que se resistan a esta empresaria de éxito que estuvo casada con un futbolista de Primera División y que recorrió media España y Marruecos con él, que es la orgullosa madre de Lope y Paula, y una amante de disfrutar de las fiestas y los eventos que se organizan en la isla. De familia ibicenca de más de seis apellidos asegura con una gran sonrisa que no sale de casa sin ir perfectamente conjuntada, como nos demuestra para la entrevista, y que es una apasionada de México desde que su hijoLope se casó con una mexicana y encontró una segunda familia allí. De hecho, sin dudarlo se atrevió a cantar con este servidor una canción del gran Juan Gabriel.

—Ante todo muchísimas gracias por estar con nosotros en la terraza del hotel One Suites Ibiza porque con el sol que hace sabemos que se está asando. Más que una sardina negra es un espeto de Málaga...

—(risas). Muchas gracias a vosotros por invitarme. Y bueno, aunque hace mucho calor, las vistas y el enclave es tan maravilloso que merece la pena sufrir un poco (risas).

—Cristina, ¿es usted una de las grandes celebrities de Ibiza?

—(risas). Nooooo. Yo me considero una ibicenca más.Una payesa.

—¿Sí? ¿Es de las de ocho apellidos ibicencos?

—Pues la verdad que no sé si tanto pero sí que puedo presumir de ser de una familia ibicenca de varias generaciones. Mi madre es de Sant Agustí y mi padre es de Sant Mateu y por eso me siento tremendamente orgullosa de ir de ibicenca por la vida.

—Pero no me podrá negar que su imagen está asociada al glamour de las grandes fiestas que se organizan por todas partes de la isla...

—(risas) No sé si tanto. Lo que sí es verdad es que me gusta mucho pasármelo bien y disfrutar de la vida, y las fiestas están para eso. Además, tenemos la suerte de vivir en Ibiza, una isla que es maravillosa y ofrece muchas alternativas de ocio en las que por lo general nos conocemos todos, para lo bueno y para lo malo.

—¿Es de las de organizar o que se las organicen?

—De lo segundo. Yo prefiero que me lo den todo preparado y simplemente disfrutar.

—Me han dicho que usted tiene muchísimos amigos. ¿Es cierto?

—Pues sí. Soy una gran afortunada al estar rodeada de tantos amigos y ser feliz con ellos. Yo podría vivir sin marido y sin novio pero estoy segura de que no sería feliz sin tener a mis amigos cerca de mí. Ni me lo planteo.

—¿La vicepresidenta segunda del Consell d’Eivissa, Marta Díaz, es su mejor amiga?

—Sin duda. Como he dicho antes tengo muchas amigas pero desde hace tiempo ella es la primera de la lista. La conozco de hace muchos años, de cuando comencé con la tienda de Roberto Verino, y con el tiempo nos hemos hecho inseparables. Somos como Zipi y Zape, pero las dos rubias (risas).

—¿Cuál es el secreto para posar las dos igual de bien en cada foto?

—(risas). ¿Bien? Yo me veo fatal (risas). Pues no sé, tal vez que sea una pose que ya está estudiada delante del espejo y que tengo dos tiendas de ropa. Y eso siempre ayuda.

—Hablando de su tienda. En Ibiza también es muy conocida usted por su tienda de Roberto Verino.

—Bueno, tengo dos. Una justo a la entrada del hotel One Suites Ibiza y otra la de Roberto Verino. Esa tienda la puse en marcha hace 17 años cuando me vine de Canarias.Quería poner mi propio negocio y tras irme a la feria de franquicias en Valencia no encontré nada que me gustara hasta que pasé por delante de una de Roberto Verino. Contacté con ellos y desde el primer momento fue todo rodado. Fueron muy amables y eso ayuda a que siga manteniendo la relación comercial con la marca.

—Antes comentaba que tener una tienda de moda ayuda a ser más elegante. ¿Es cierto que siempre va muy conjuntada?

—Lo intento. Mira, hoy todo en tonos azules. Eso sí, no soy muy de estampados, más bien todo lo contrario, de colores lisos.

—¿Es de esas mujeres que tiene mucha ropa como nos contó Marta Díaz cuando fue Sardina Negra?

—Bueno, yo tengo una tienda de ropa (risas).

—¿Y gafas de sol? ¿Cuántas tiene? Nos ha dicho un pajarito que tiene muchísimas...

—Pues lleva razón. Tengo muchas porque me encantan y las compro en todos lados. Creo que es el mejor accesorio que puede haber porque siempre se te ven en la cara. Y eso sí, intento que siempre estén conjuntadas con el resto del vestuario que llevo (risas).

—Entonces ¿cuál es para usted el secreto de la elegancia?

—La elegancia se tiene, no se compra. No creo que la elegancia sea comprar un vestido de Dior de 2.000 euros sino la forma de llevar la ropa. Además, cada uno tenemos nuestro propio estilo y eso es lo más importante, no imitar a nadie.

—También nos han dicho que le encanta la moda Adlib y es una gran embajadora allá por donde va.

—Eso es verdad. Para mí la moda Adlib es parte de Ibiza, con sus colores blancos, el algodón y las puntillas. Creo que forma parte de la historia de nuestra isla, de la isla en la que he nacido y donde me he criado, y me parece fantástico que se pueda recuperar el trabajo que hacían antiguamente las payesas cosiendo y trabajando en sus casas. De hecho, yo me casé con un vestido de Dora Herbst, cuando nadie apostaba por un traje de novia Adlib. Eso sí, fue espectacular con una falda de gitana, un chaleco de torero blanco con puntillas y una peineta. Todo muy creativo.

—Habla de tradición pero cada vez se innova más en la moda Adlib. ¿Qué le parece esto?

—Me parece muy bien que se añadan cosas vaqueras o cueros siempre que se mantenga lo fundamental que es el blanco, las puntillas o el algodón. Y por supuesto, siempre que se mantenga el origen de la moda Adlib, que proviene de la ropa que llevaban las payesas debajo de sus vestidos.

—Poco a poco se ha ido convirtiendo en una industria muy potente para las islas de Ibiza y Formentera.

—Es cierto. Cada vez trabaja mucha más gente con nuestros diseñadores y eso es importante porque son puestos de trabajo alejados de los que siempre asociamos a los de la temporada de verano.Además, la importancia de la moda Adlib se demuestra en que, cada vez con mayor frecuencia, grandes diseñadores copian o se inspiran en las creaciones Adlib o vienen a joyerías tradicionales para comprar nuestros productos para complementar sus creaciones.

—Lo mejor es que parece que no para de crecer...

—Sí. Tiene un potencial enorme y creo que hoy por hoy ya está compitiendo en importancia y conocimiento fuera de la isla con las discotecas o los beach clubs. Por eso creo que es increíble el trabajo que está haciendo Marta Díaz y todo su equipo para difundir ese trabajo por todas partes del mundo yendo a ferias tan importantes como las de Madrid, París o Londres.

—Las dos últimas. ¿Para cuándo un tatuaje?

—(Risas) Eso ni en broma. Incluso se lo tengo prohibido a mis hijos porque sé que crea adicción y no quiero que empiecen.

—Y ya sí que sí. Creo que siempre echa una mano a las personas que más lo necesitan...

—Al menos lo intento. Por ejemplo, lo último en lo que colaboro es un proyecto que ha puesto en marcha la Asociación para la Investigación del Cáncer Elena Torres Gutiérrez. Se trata de vender unos vestidos que están creando los diseñadores ibicencos Vintage Ibiza con telas que están decoradas con las magníficas pinturas del pintor brasileño Dalmau, gran amigo mío. Es una idea genial porque lo que se recaude se destinará para la investigación y así prevenir esta enfermedad.

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Hoy en la TEF a las 21.55 horas