Los conciertos que se celebraron viernes, sábado y domingo fueron un gran éxito.

El Jazz Point Ibiza ha nacido. Larga vida al Jazz Point Ibiza. No todos los años nacen ideas culturales tan necesarias en la isla y esto hay que celebrarlo. «Yo tenía entendido que esta era la isla de las rave, el house, el electro y la música beat. Ahora, Ibiza también es la isla del jazz», palabras del saxofonista Jure Pukl. Espero que tengas razón Jure. Pero, si tenemos que valorar el éxito de un festival por la entrega de los músicos sobre el escenario, el nivel ha quedado muy alto.

Este festival de jazz es una iniciativa de la saxofonista austríaca afincada en Ibiza, Muriel Grossman, el empresario David Moss y el conocido productor musical norteamericano Joel Chriss. Los tres se han movido para escribir un cartel digno de coger un avión para ir a Ibiza. Rick Margitza, Trevor Coleman, Joel Ross, Joe Sanders o Javier Vercher dieron lustre a dos noches de jazz en las que también se pudo escuchar a la propia Muriel Grossman y al joven trompetista ibicenco Pere Navarro, que, con razón, se va haciendo hueco en el panorama jazzístico a sus 26 años.

Pero la buena música se disfruta más en un buen escenario y sin la participación de Heart Ibiza y Teatro Ibiza este festival no hubiera dejado tan buenas sensaciones. Porque el jazz hay que disfrutarlo con una bebida en la mano y sin las restricciones de movimiento de las butacas de un teatro. Todo aciertos. Apunten la fecha: marzo. Atentos, que en su primer año se agotaron las entradas.

Contrabajistas descalzos y trompetistas rusos
La primera noche de festival en Heart fue la de los pesos pesados. Jazz hasta las cuatro de la madrugada con la actuación de Ric Jazzbo. El local que llevan de la mano los hermanos Adrià y Guy Laliberté (fundador del Circo del Sol) es un espacio que cuida el detalle.

La segunda noche fue la de Teatro Ibiza. A las 21.00 horas la puerta estaba llena. Muchos habían venido a por su entrada, pero se habían agotado el día anterior. Para abrir boca, Pere Navarro Quintet. Este «pianista frustrado», como él mismo se define, lidera con su trompeta un quinteto con mucha cuerda: bajo, guitarra y piano. Completa el quinteto con batería. Un conjunto particular que tiene un jazz de factura agradable al que la trompeta le da las notas necesarias para que no deje indiferente.

Además, la participación en su concierto del vibrafonista Joel Ross y del trompetista ruso Alex Sipiagin fueron como el sirope de chocolate sobre el helado de vainilla. Solo puede mejorar. Sorprende la estética de Ross, con sus rastas y vestido de chándal. Andares ligeros, como si flotara. Igual que él, las baquetas en sus manos vuelan sobre el vibráfono.

Pero, sin duda, los mejores momentos de la noche los dieron las conversaciones a trompeta entre Navarro y Sipiagin. Ritmos sincopados de escalas imposibles. Cerraron ambos sobre el escenario el concierto y el público disfrutó de lo lindo.

Y para el segundo gintonic, el plato fuerte de la noche. El cuarteto de Jure Pukl suena delicado; a veces aéreo, a veces liquido. El vibráfono de Joel Ross le da una ligereza que contrasta con el saxofón de Pukl. Joe Sanders, descalzo, toca el contrabajo con todo el cuerpo. Se retuerce, se pone de puntillas y tararea la melodía mientras la toca. Muy fan. A la batería, Nasheet Waits, que cuando le toca ir solo parece que tuviera seis manos. ¡Qué velocidad, qué ritmo!

Fin de fiesta en la Marina
Finalmente, la Big Band Ciutat d’Eivissa cerró el festival el domingo a mediodía. Trevor Coleman, Javier Bercher y Muriel Grossman apechugaron en el conjunto. Swing en la plaza, mucha familia y una alegría inesperada para los abueletes del Imserso que han tenido la suerte de coincidir con el evento.