La primera jornada del Eivissa Jazz 2020 fue todo un éxito a pesar de todas las medidas de seguridad y las reducciones de aforo necesarias. | Toni Planells

Ernesto Aurignac Ensemble fueron los encargados de abrir esta edición pandémica, cargada de mascarillas y sin más alchol que el del gel. Teletrabajando, José Miguel López, conductor del veterano programa de Radio3 Discópolis, dió paso a los músicos no sin antes preparar a las más de 200 personas del público para lo que les esperaba: Una fusión de jazz con música clásica, pero no como lo hacen cientos de formaciones, si no de una manera poco abundante que pone en igualdad los dos elementos de la fusión, además con música clásica impresionista.

Tras hacer la mención de rigor a la belleza del entorno que alberga este festival, y llamar la atención sobre la impresionante luna que amanecía en esos momentos frente al escenario, desembarcaron los diez músicos que forman la Ensemble que capitanea Ernesto Aurignac.
Aurignac, veterano en este festival, presentó el concierto que desgrana su último disco, Plutón, que además estaba a la venta por el mismo precio que «dos donuts y una cocacola en el aeropuerto», según el músico.

El saxo malagueño advirtió que esas serían sus últimas palabras, y se diluyó entre la decena de músicos para empezar el concierto dar la bienvenida a Plutón. Sonó Welcome to Plutón, y tras ella, uno a uno, todos los temas de su último disco.

Concierto de puro jazz
Un concierto, tal y como nos anticipaba José Miguel López, de puro jazz en una exquisita fusión con clásica impresionista. No faltaron momentos juguetones y circenses como en Mingus at the circus, o gamberros como en Fallo renal. Tampoco faltaron incursiones de efectos electrónicos, guiños a la ciencia ficción, ni algún que otro guitarrazo a lo heavy que Gon Navarro llegó a descargar en El milagro de Puertorecords.

La melosidad del piano de Moisés Sanchez ofreció momentos inolvidables. Pablo Valero a la flauta traversera, Fernández Camacho al clarinete y clarinete bajo, y Dani Anarte al trobón se encargaron de los vientos, mientras que Alejandro Revidiego lo hizo con el violín. La percusión corrió a cargo de Juanma Nieto a la batería y un joven Néstor Panblanco al vibráfono, las marimbas y el bongó. Joan Massana al bajo mientras Ernesto Aurignac, sentado tras el trío de vientos, se encargaba del saxo alto y de dirigir este viaje interplanetario a Plutón.

Su despedida, Farewell Plutón, terminó con un goteo de músicos, empezando por Aurignac, abandonando uno a uno el escenario hasta dejar a José Andrés solo en el escenario con su clarinete bajo.