Marjane Satrapi, fotografiada el pasado 10 de marzo en el Lux Film Fest de Luxemburgo, justo antes del confinamiento.

El Teatre Principal de Palma proyectará esta noche la película Radioactive, después de la gala inaugural del Evolution! Mallorca International Film Festival. Se trata de la quinta producción de Marjane Satrapi (Rasht, Irán, 1969), que se dio a conocer mundialmente en el año 2000 con la publicación de la novela gráfica Persépolis y que, después, llevó a la gran pantalla. En Radioactive, la directora recrea la vida de la científica Marie Curie (Varsovia, Polonia, 1867 – Sallanches, Francia, 1934), que ganó el Premio Nobel de Física, en 1903, con su marido, y el de Física, en 1911. La pandemia no le ha permitido viajar esta vez a Mallorca, tarea que deja pendiente.

Su madre le puso como referencias de mujeres independientes a Marie Curie y Simone de Beauvoir. ¿Qué modelo de mujer representa para usted Curie?

—Es una feminista de facto. No formó parte de ningún movimiento feminista, pero, con hechos, a través de la ciencia, demostró que era igual que los hombres. Como regla general, yo creo más en los hechos, la experiencia y la acción que en las habladurías. Marie Curie es un símbolo.

¿Ha idealizado la imagen de modernidad de Curie, proyectándola a una visión contemporánea?

—No, de ninguna manera. Leí muchas biografías de Madame Curie y siempre tuve suspicacias. Lo que más me interesó fue su correspondencia y su diario íntimo. Fue una persona avanzada a su tiempo, incluso lo es para la época actual.

En Persépolis adaptó la novela gráfica homónima. En Radioactive, creo que se basa de nuevo en otra novela gráfica, la de la dibujante Lauren Redniss.

—No, sinceramente no sabía de la existencia de este libro de Lauren Redniss. En realidad, cuando me enviaron el guion de Radioactive, me pareció excelente. Dos meses después me hablaron de ese libro que, en realidad no es una novela gráfica, sino un libro artístico, con pinturas e ilustraciones muy bonitas.

En plena pandemia, la ciencia se ha convertido en un eje central de nuestras esperanzas. En la película, habla de ciencia y de sus riesgos.

—El problema no es la ciencia que es el intento de comprender el funcionamiento del mundo. Es el uso que se hace de ella y, para ello, se necesita la ética. Está bien compartir los secretos de la naturaleza.

Las relaciones amorosas en el film son importantes. Es un amor franco y directo.

—Marie y Pierre Curie es la única pareja que conozco que, tanto en sus inicios, cuando se conocieron, como después durante la fase de descubrimientos científicos e, incluso, en el momento de morir, se mantuvo siempre en la misma sintonía.

¿Cómo se vio afectada la promoción de Radioactive por la pandemia?

—La película salió tres días antes del confinamiento. Ahora, se puede ver en el cine con máscaras, lo que no es siempre muy fácil, pero no estoy de acuerdo con los que prevén que los cines desaparecerán. Mi libro Persépolis salió cuando apareció el Kindle. No quise ponerlo en versión digital. Ahora, nadie lo quiere leer en digital. Son modas pasajeras. La experiencia en una sala es distinta, como lo es la música en un concierto en vivo. Pensamos que el mundo del futuro será muy diferente al de hoy en día, pero creo que será igual, o algo peor porque la gente será más pobre.

Dejó Irán muy joven, en 1993. ¿Qué relación tiene con su doble identidad actual, iraní y francesa?

—Cuando se pierde la identidad inicial, acabas cogiendo lo mejor de cada sitio. Si yo, ahora, pasara dos semanas en Palma, sé que se convertiría en mi lugar. Como adolescente fue más difícil, porque tenía una cierta sensación de traición, pero después me fui quedando con lo bueno de cada país. Cuando tienes muchos lugares que son tu casa, el mundo acaba siendo tu identidad.