Félix Martínez Torres, junto a algunas de las piezas que forman parte de la exposición de Sa Nostra. | DANIEL ESPINOSA

Sa Nostra, la sala que tiene el Consell d’Eivissa en la calle Aragón de Vila, acoge desde el lunes y hasta el 26 de marzo la exposición Un Món de Fantasia.

Se trata de una espectacular muestra con una treintena de reproducciones de viviendas, tiendas o escuelas de finales del siglo XIX y principios del XX, propiedad del gran coleccionista ibicenco Félix Martínez Torres. La mayoría pertenecían a familias adineradas y se mandaron construir en Barcelona, aunque también hay un sorprendente palacete asturiano, elaborado en Oviedo en 1880 y que guarda incluso los retratos de infancia y madurez de la mujer que la encargó para que jugara su hija. Además, hay sombrererías, ultramarinos, escuelas o carnicerías creadas en Alemania en torno a 1900.

«Se trata de viajar a un mundo mágico en estos tiempos tan complicados como estos; ver cómo era el pasado y soñar con cientos de escenas y detalles que nos harán volver una y otra vez para seguir descubriendo algo nuevo y sorprendente en cada visita», explicó ayer durante la presentación el dueño de esta colección.

Martínez Torres aseguró que se han elegido una treintena de elementos de los más de sesenta que tiene propiedad. Y si juntamos todo lo que hay en Sa Nostra Sala, podrían llegarse hasta los mil pequeños objetos y muñecos. Están elaborados, tal y como confirmó el coleccionista, con materiales que van desde la madera al cartón, pasando por la cera, la pasta, la porcelana, el biscuit, la hojalata, el plomo o distintas celulosas que se crearon en los años 20 del pasado siglo. «La colección es casi interminable pero si tuviera que destacar algunos objetos me quedo con las lámparas que hacían en la escuela de vidrieros de Cataluña y que, desgraciadamente, no tuvieron el reconocimiento que se merecían al pensarse equivocadamente que se hacían en Venecia», confirmó Martínez Torres.

Así mismo, la exposición sirve para comprobar cómo era la vida cotidiana tanto en la sociedad burguesa y adinerada como en los comercios de finales del siglo XIX y principios del XX. Llaman especialmente la atención una carnicería, unos ultramarinos o unas cocinas de Alemania, creadas entre 1880 y 1920 con todo lujo de detalles, unos invernaderos, una sombrerería catalana de 1900 o varias escuelas, construidas también en la ciudad condal entre 1900 y 1910 y que incluyen mapas de Ibiza y detalles de sus clases de bolillo y bordado.

Además, entre las viviendas, reflejadas con gran nivel de detalle, llama la atención el Palacio de la Esperanza con su colección de lámparas de cristal soplado realizadas en 1890 por reputados vidrieros catalanes. También resaltan un palacio de conde español, construido en 1880 y 1890 en estilo herreriano con capilla y tres naves con sus estancias, la Villa Brusi Barellana, de dos plantas en estilo Dauville y de 1895 o Villa Ana, construida en 1900 en estilo modernista con terraza, cocina, salón, habitación y dos simpáticos niños negros en la planta superior.

Comenzó con 18 años
Martínez Torres comenzó con su afición a principios de la década de los 80 gracias a la anticuaria Mercedes Hernández Santurtún. Tras comprar dos muñecas de 1890 su primer gran desembolso fue, tras pedir un préstamo y sin que lo supiera su padre, el Palacio de la Esperanza, datado en 1880, y también presente en la exposición. Y hoy, más de tres décadas es uno de los grandes coleccionistas del mundo en esta materia con Amparo Aute, Consuelo Yubero, Javier Conde o Emilio Alemán de la Escosura.

De hecho, ha seguido ampliando su colección con los años gracias a su contacto con anticuarios de toda Europa que le avisan cuando tienen algo que le interesa o a las subastas en Sothebys o Christie’s.

Además, ahora con las nuevas tecnologías, el proceso es más fácil. «He viajado mucho y en ocasiones venía muy cargado y en otras no tanto pero ahora, directamente me escriben al móvil, me mandan unas fotos y tras comprobar que me cuadra, lo pago y casi inmediatamente me lo mandan para Ibiza».

En total, Martínez Torres tiene más de 11.000 objetos, contando casas, muñecas, miniaturas, juegos, vestidos y complementos, así como una biblioteca auxiliar especializada de más de dos mil volúmenes. Y tras esta exposición, la primera tras 12 años de parón, su objetivo es cumplir el sueño de su madre: «Tener un museo».