La fachada del edificio situado en la plaza de Cort está protegida y se mantiene intacta.

Palma vive la fiebre de apertura de hoteles de ciudad en pleno casco antiguo. Las reuniones de empresarios con responsables políticos y con técnicos municipales se suceden. El núcleo histórico de la capital de Baleares, que cayó en la degradación en los años sesenta y setenta del siglo pasado mientras el Ensanche crecía de forma alocada y descontrolada, es hoy un luminoso objeto de deseo para algunos empresarios que quieren subirse al tren del turismo cultural, cada vez más es auge.

Diferentes factores confluyen en este objetivo de convertir el casco antiguo en destino de primera calidad, pero el más importante es el cambio de mentalidad de un segmento importante de la clientela, ya un poco fatigada de los estandarizados resorts y las zonas turísticas playeras, y que busca el plus añadido de la historia, los museos, el encanto de una ciudad antigua y restaurada, la sensación única de gozar de unos días en un lugar con carácter, único e irrepetible. Ya se negocia la habilitación de establecimientos hoteleros en diferentes lugares del corazón de Palma, uno de los mayores cascos antiguos de Europa.

Los empresarios han detectado a la perfección esta nueva tendencia. Han aparecido nuevos establecimientos de este estilo, como el Hotel Cort, situado frente a la fachada principal del ayuntamiento y hoy por hoy en pleno funcionamiento. Pero el empuje sigue. Una inversión de tres o cuatro millones de euros, con muchas posibilidades de amortización a medio plazo, tiene como resultado tener un hotel de veinte o más habitaciones en pleno casco antiguo. Es cada vez es mayor el segmento de clientes de internet que huyen de los canales tradicionales de comercialización y que eligen exactamente lo que quieren. Ahí radica la fuerza de los pequeños hoteles de ciudad, ligados en el caso de Palma a 2.000 años de historia que se respira en algunos de sus muros, en el trazado de sus calles y en sus edificios, ya restaurados en buena parte. Y como premio final, un clima extraordinario tanto en invierno como en verano, el paseo por las murallas y el paseo marítimo, junto al mar, conjugado con un conjunto histórico artístico de enorme valor. Pocas ciudades europeas pueden ofrecer tal conjunción, ideal para clientes exigentes.

PROYECTOS. En estos momentos, hay al menos interés en abrir cuatro establecimientos. Uno situado en un solar completamente degradado en una esquina de la plaza Bala Roja, justo delante del recién restaurado Baluard del Príncep. El objetivo es construir un edificio de cuatro plantas (tres alturas y planta baja). Desde el hotel se podrá contemplar una excelente perspectiva de las murallas e incluso el mar. En principio este solar estaba destinado a la construcción de pisos sociales, pero el Ibavi, dependiente del Govern balear, lo sacó a subasta.

Otro establecimiento en estudio se ubicaría en la mismísima plaza de Sant Francesc, en el palacete situado justo a lado de las oficinas de Tesorería de la Comunitat Autònoma. El tercero se encuentra en la calle Posada de Terra Santa, cerca de la plaza Quadrado. Y el cuarto, y tal vez el más ambicioso por su ubicación, es el solar que se encuentra en la plaza de Cort esquina calle Colón. El edificio fue derribado hace años, excepto la fachada, tal y como obliga la normativa del Patrimonio Histórico Artístico. El antiguo promotor quería construir pisos de lujo pero la crisis abortó su proyecto. El solar quedó en manos de un banco, que ya le habría dado salida con la posible construcción de este hotel y la entrada en liza de una sociedad privada dispuesta a hacer la inversión.

ACUERDO POLÍTICO. No habrá problemas políticos para la apertura de estos establecimientos. El PP, que gobierna en Cort, se ha mostrado “abierto y receptivo” a los inversores, consciente de que esta oferta es fundamental para la recuperación económica de Palma. Al tratarse de hoteles de ciudad, estos establecimientos no están sujetos a ningún tipo de intercambio de plazas o de restricciones, tal y como pasa en las zonas turísticas tradicionales. Tampoco la oposición pondrá problemas, “salvo que veamos irregularidades. Si no las hay, nos parecen inversiones muy positivas para Palma”, afirma el portavoz de Més, Antoni Verger.

Esta necesidad de buscar salidas de reactivación económica también ha contagiado alos técnicos municipales, conscientes del gran futuro que tiene el turismo cultural y de calidad. Así, un arquitecto mallorquín ya ha presentado un primer anteproyecto para el posible futuro hotel situado junto al Baluard del Príncep. Era una zona irregular (como tantísimos otros lugares de Palma), con construcciones de una planta pegadas a otras de tres pisos más planta baja. Ahora, existirá una mayor uniformidad. El nuevo edificio irá a la altura máxima posible, siempre que pueda ser aprobado por el Ajuntament. “Es lógico que sea así. Y si se ajusta a la normativa, lo aprobaremos”, afirma un técnico de Cort.

Esta fiebre por los hoteles de ciudad llegó en un determinado momento incluso al emblemático Palau de Can Oleza, situado en la calle Morell, que cuenta con una de los patios más carismáticos de Palma, fotografiado por los turistas miles de veces a lo largo de las décadas. Parece ser que al final este no será el destino de Can Oleza, puesto que hace escasas semanas fue adquirido por un empresario suizo, que lo utilizará como residencia. El popular palacio fue comprado hace unos años por un promotor, que más tarde presentó concurso de acreedores.

Dicen en Cort que cuando el promotor fue a visitar su nueva propiedad, se encontró con una mujer en el patio. “¿Es usted la madona?”, le preguntó el empresario. Y esta le respondió: “No. La madona no está. Yo soy la señora”.

Y es que la posible conversión de antiguos palacios en hoteles toca de lleno la estructura social mallorquina de los últimos siglos. El encanto que dio a sus mansiones la antigua nobleza isleña puede ser comercializado, poco a poco y con tacto, entre el turismo cultural y de calidad. También el camino de la desestacionalización pasa por saber vender en toda Europa el imponente y singularísimo marco de la Palma antigua e inmortal.