Menorca Sant Lluis gimnasio y albergue Relise fachada edificio | Gemma Andreu

Menorca cuenta desde hace años con una red pública de albergues y casas de colonias repartidos por todo el territorio, que gestiona el Consell Insular a través del Institut de la Joventut. Sin embargo, desde hace un año se ha sumado a la oferta de este tipo de alojamientos una iniciativa privada, que si bien nació como gimnasio y escuela de baile, la crisis la ha transformado en una propuesta innovadora, que ha sabido hacerse un hueco en el mercado turístico. Una idea promovida por Esteban Panizo, un leonés afincado en la isla que llegó destinado como militar en 1985 y que, tras cogerse una excedencia, decidió dar rienda suelta a su espíritu emprendedor. El albergue y gimnasio Relise, situado en el municipio de Sant Lluís, es su última aventura empresarial.


La idea de montar un albergue nació de una de las hijas de Esteban Panizo. “Abrimos el gimnasio en 2008 pero la crisis nos frenó mucho el negocio y me di cuenta de que tenía todo un edificio de 600 metros cuadrados, prácticamente infrautilizado”, explica el empresario. “Fueron mis hijas, que viajan mucho por Europa, las que me dieron la idea de montar un albergue ya que ellas acostumbran a alojarse en este tipo de establecimientos durante sus escapadas”, detalla. “Pensaba en una forma de alojamiento y aposté por un albergue enfocado al mundo del deporte. Al tener gimnasio en la planta inferior, podía ser un atractivo para los clientes”, detalla.

“Habilité las dos plantas superiores que queríamos usar como escuela de baile y en total tenemos una capacidad para alojar a 36 personas.”, explica Panizo. El albergue-gimnasio Relise abrió sus puertas en junio de 2013 y desde entonces ha recibido clientes de prácticamente todo el mundo. El 80 por ciento son reservas a través de internet y gracias a ello ha recibido gente de Nueva Zelanda, Canadá, Tailandia o Japón, a parte de los europeos.
“Abrimos todo el año pero son los meses de julio y agosto en los que se nos llena”, puntualiza. “Tan solo ofrecemos alojamiento porque no disponemos de cocina, aunque el hecho de estar en medio del pueblo hace que no sea un inconveniente proveerse. El turista de albergue sabe perfectamente lo que quiere y es un tipo de huésped muy abierto, que enseguida entabla amistad. Muchas veces los ves llegar solos y al cabo de un rato salen acompañados dirección a la playa”, añade. “No aceptamos menores de 14 años aunque vayan acompañados de sus padres porque queremos tranquilidad, a no ser que sea un grupo entero que reserve todo el espacio disponible”, concluye Panizo. Pasar la noche cuesta 19 euros en temporada alta.

OFERTA. Los servicios que ofrece el albergue Relise, además del alojamiento, se complementan con el acceso gratuito al gimnasio. “Este año hemos equipado con tumbonas una zona de solárium para hacer más atractiva la estancia, además de poner en marcha un servicio de alquiler de bicicletas para moverse por el pueblo o llegar hasta las playas”, explica el promotor. “Llevamos tan solo un año de vida pero queremos ir haciendo pequeñas inversiones para que siga siendo atractivo como el primer día”, detalla Panizo. Tres personas llevan toda la logística del negocio alberguista, que combinan con el acceso de los usuarios habituales al gimnasio. “Contamos con los servicios de un personal trainer, que se encarga de atender a los clientes del gimnasio. Yo también doy clases de kárate, además de llevar la administración y gerencia”, explica Esteban Panizo. “Y mi mujer Pilar también nos ayuda porque esto no deja de ser un negocio familiar”, concluye.

EMPRENDEDOR. A los 14 años, Esteban Panizo ya ayudaba a vender los productos cosméticos que su madre se encargaba de distribuir en el Bierzo. Este leonés llegó hace casi treinta años a Menorca como militar en los cuarteles de Santiago, pero en el año 2000 decidió abandonar la disciplina castrense para convertirse en emprendedor. “O me buscaba la vida o me trasladaban fuera de la isla. Estaba casado con una menorquina, tenía dos hijas y me quería quedar”, explica este emprendedor de 52 años. Desde fotógrafo ocasional para bodas a programador informático, los primeros años hizo un poco de todo.
“La gente solo se fija cuando una cosa te va bien pero no ha visto las otras ocho en las que fracasaste”, explica. “En los últimos años he puesto en marcha también una distribuidora local de productos cosméticos y la primera tienda erótica en Maó, además del albergue y gimnasio de Sant Lluís”, relata el empresario. Además de compaginar la gerencia de los tres negocios, Panizo tiene tiempo libre que aprovecha para practicar actividades deportivas.