Carolina Beltrán es doctora en Economia Aplicada. | Josep Bagur Gomila - Javier Coll

En 1977, los economistas Emili Farré-Escofet, Ramon Marimon y Josep Maria Surís bautizaron al modelo de desarrollo económico de Menorca como la vía menorquina del crecimiento. Un modelo singular y divergente de Mallorca y Eivissa, del resto de España y también de otras islas del Mediterráneo, que se había caracterizado por un equilibrio intersectorial, causado por la existencia de una industria muy importante, un elevado nivel de servicios y un grado de bienestar superior a la media española. Casi cuarenta años después, la tesis doctoral de la economista Carolina Beltrán acaba de demostrar empíricamente que este modelo empezó a desmembrarse a principios de 1980 y que urge pensar una nueva vía menorquina del crecimiento, como ella misma propone, adaptada a la realidad de un mundo globalizado.

El laborioso trabajo de investigación de la doctora Carolina Beltrán llevado a cabo durante cinco años, cuya tesis obtuvo el reconocimiento Cum Laude por la Universitat de les Illes Balears, ha hecho un análisis exhaustivo de la evolución reciente de los sectores tradicionales menorquines del calzado, la bisutería y el agroalimentario así como del turismo, el sector actualmente con mas empuje. “El modelo menorquín se basaba en un equilibrio casi perfecto entre la industria, que concentraba un 53% de la población activa, el campo, que se había especializado en el sector quesero y lácteo (muy determinado por la evolución de El Caserío) y un sector servicios como el turismo, que tenía menor envergadura que en el resto de Balears”, explica la investigadora.

El modelo de la famosa vía menorquina del crecimiento, que se había erigido como un mito encumbrado por el hecho especial de tratarse de una isla, se basaba en esta triple base económica. “La vía menorquina es un modelo que, según los datos analizados, se rompe a principios de 1980. Ante la falta de datos y bibliografía, tuve que hacer un extenso trabajo de campo y entrevistarme con prácticamente todas las empresas del sector secundario de Menorca para comprobar empíricamente este primer diagnóstico”.

TERCIARIZACIÓN. La primera conclusión que constata en la tesis doctoral es que la rotura del equilibrio se produce a principios de 1980, cuando el sector turístico inicia un fuerte despegue mientras que la industria y el campo empiezan un lento declive. El fenómeno globalizador y la progresiva terciarización de la economía con el auge del sector turístico serán sin duda los dos detonantes, en la década de los ochenta, de esta rotura de la vía menorquina del crecimiento.

La globalización implicará un cambio sustancial de localización geográfica de la producción mundial, que impactará de lleno en la industria menorquina y motivará la reorientación de su producción hacia un sistema basado en una estrategia de calidad y diferenciación para hacer frente a las producciones asiáticas de bajo coste.

En segundo lugar, tal y como detalla la doctora Beltrán, el proceso de terciarización, motivado por el auge del sector turístico (que pese a todo llevará un retraso, en su auge, de veinte años respecto Mallorca y Eivissa), llevará a partir de la segunda mitad de la década de los 80 a una crisis y una perdida de competitividad del sector secundario debido a la descapitalización de las empresas, la dificultad por contratar personal cualificado y formado, así como el incremento de los costes salariales, coincidiendo en el tiempo con la fuerte irrupción de las producciones asiáticas de bajo coste en los mercados internacionales.
En su tesis doctoral, la doctora Beltrán propone también un nuevo modelo de desarrollo económico de la economía de Menorca que bautiza como la nueva vía menorquina del crecimiento, la cual, según apunta la investigadora, se debe caracterizar plenamente por la terciarización de la economía hacia el sector turístico con servicios de mayor valor añadido (sol y playa no sirve para diferenciarse), apoyados por la potencialidad de los sectores cuaternario y quinario, que se complementarán con el mantenimiento de las pulsaciones industriales que han de ser debidamente fomentadas para asegurar la eficiente diversificación de la economía insular.

SECTOR CUATERNARIO. “Lo que será clave es ver cómo se realiza esta terciarización y por eso, cuando hablo del potencial sector cuaternario, me estoy refiriendo a las nuevas tecnologías, la investigación o el conocimiento entre otras áreas. Y cuando me refiero al sector quinario, hablo de la cultura, la educación, la consultoría. Todos estos elementos pueden crear muchas sinergias con los otros sectores como el turismo, el calzado, la bisutería o el agroalimentario de Menorca”, añade.

Para Carolina Beltrán, los sectores deben dejar de ser estancos y pasar a cooperar y compartir estrategias. “Menorca acumula un retraso tecnológico respecto a Mallorca, donde con la creación del Parc Bit, las empresas han desarrollado un software que no solo utilizan las cadenas hoteleras mallorquinas sino que también se está exportando a otras zonas turísticas”.

En este mismo sentido, la doctora Beltrán apunta que al campo le falta también dar un paso adelante en la comercialización porque, pese a tener un producto de alta calidad, no está siendo capaz de trasladar esta percepción en la venta.

Y lo mismo respecto al turismo, que tiene que trabajar en una oferta complementaria diversificada, es decir, “creando productos de valor añadido, dirigidos a segmentos de mercado específicos que lo están demandando y que están dispuestos a pagar un sobreprecio por conseguir una cosa que Menorca puede ofrecer”.

PRIMER LIBRO. Hace pocos días, Carolina Beltrán presentó su primer libro centrado en el sector del calzado menorquín y balear en la sede del Institut Menorquí d’Estudis, Perspectives de la indústria menorquina del calçat. Anàlisi actual del calçat balear. En este sentido, el sector del calzado es una de las actividades económicas tradicionales de Menorca que perduran en la actualidad, en especial en el sector de alta gama y en la típica abarca. Pese a la globalización y la tercerización, las pulsaciones manufactureras del calzado continúan, como afirma en su estudio la doctora Beltrán.