La Menorca empresarial vive a caballo de dos realidades muy distintas. Por un lado, la de aquellos que han entendido que las cosas han cambiado y están haciendo los deberes. Por el otro, todos aquellos que únicamente miran por el retrovisor en forma de queja, rememorando un pasado que ni si quiera encontrarán en las enciclopedias porque ya ha dejado de existir. El talón de Aquiles sigue siendo la conectividad aérea, de la que vengo hablando hace un año, ahora que estamos de aniversario en El Económico. Sin embargo, pese a ser un foco potente de atención ciudadana, mediática y política, no nos puede permitir que vivamos instalados en una ingenuidad perenne en la que el día que en pleno invierno estén todas la conexiones con las que hoy soñamos, nuestro negocio va a empezar a facturar.

Y lo digo porque después de haber concluido el quinto verano de crisis económica, me siguen llegando comentarios de distintas personas que han pasado sus vacaciones aquí, con el mismo titular de siempre. “Parece que en las tiendas o en los restaurantes no tengan ganas de vender... ¿Les sobra el dinero? ¿Abren para distraerse?”. Lo primero que habría que saber es si estamos despachando o estamos vendiendo, para comprender la magnitud de la tragedia porque el famoso día de mediados de noviembre que aterricen todos los aviones del mundo, la angustia será aún mayor. Lo dejo como reflexión.

En este sentido, me reconforta que el Govern destaque que Menorca lidera el auge balear de la confianza empresarial, cosa que no sé si tiene que ver con la noticia del reciente compromiso de Quesería Menorquina (antigua empresa de El Caserío) con la mercantil Quesería Ibérica (en esencia una empresa comercial) para dibujar un futuro más prometedor. Si todas las buenas intenciones que ahora se plasman sobre el papel consiguen su objetivo, habremos asistido a un caso empresarial que debería estar en las escuelas de negocio como estudio obligatorio. El hecho de que sea un directivo de Kraft Foods, propietario de Quesería Ibérica junto a otros socios, que conocen bien la realidad de Quesería Menorquina y que disponen de los contactos y los cauces necesarios para salir airosos en el proceso de ventas de productos fabricados en Menorca, es un sello de garantía como lo era el famoso eslogan de los quesitos de la familia Montañés.

No dejemos de pelear por que el trato aéreo se resuelva para no sentirnos unos ciudadanos de segunda pero sintamos la responsabilidad de estar bien entrenados para cuando llegue el Día D.