Nuestro sistema educativo está excesivamente alejado del mercado laboral y por tanto de lo que demanda hoy nuestra sociedad. La enseñanza en España se centra casi de forma única en la adquisición y posterior reproducción de conocimientos, que en la mayoría de casos no se pueden extrapolar para resolver situaciones prácticas de la vida cotidiana.

Algunos de los aspectos esenciales que actualmente buscan los empleadores son la capacidad de discernir de forma crítica, la flexibilidad y adaptabilidad, el trabajo en equipo, la disposición al aprendizaje continuo y la capacidad de emprender. En consecuencia parece claro que la empleabilidad no depende solo de recordar lo que se ha aprendido sino de aplicar las destrezas adquiridas en la resolución de problemas.

Ha llegado por tanto el momento de hacer el verdadero cambio para que nuestros hijos sean en el futuro más creativos y emprendedores. Todos los niños tienen precisamente esas habilidades que son necesarias en la actualidad, pero nuestro sistema educativo prioriza el estudiar y recordar lo aprendido, aun cuando no tenga ninguna aplicación práctica. No hay nada más creativo que un niño y precisamente las empresas lo que necesitan son ideas creativas; como decía Napoleón Hill, todo logro y toda riqueza ganada tienen su principio en una idea.

Un informe del Centro Reina Sofía sobre adolescencia y juventud indica que un 70% de los jóvenes considera que su trabajo tiene poco que ver con sus estudios y capacitación. Por ello está claro que el sistema educativo debe revisarse a fondo para conseguir ofrecer a los niños y jóvenes una educación y formación mucho más práctica, que pueda satisfacer con calidad las necesidades reales del mercado laboral. Un sistema educativo más práctico ayudaría a que los niños adquiriesen desde pequeños una actitud más abierta hacia el autoaprendizaje, generándoles una mayor adaptabilidad y flexibilidad.

Hay aspectos fundamentales de la persona que deben ser cultivados desde temprana edad en el proceso educativo: liderazgo, cultura de equipo y colaboración, incentivo a la curiosidad y apertura al cambio, pasión por la innovación, etc. Debemos empezar desde los colegios, cuando los niños son pequeños y todavía mantienen su creatividad innata, a construir puentes entre la educación y la sociedad, entre la formación y el mercado laboral. Esta es una de mis prioridades y me gustaría que también lo fuera de los gestores de la política educativa, con el objetivo de que puedan impulsar los cambios adecuados en nuestro sistema educativo para dar a todos los niños la educación integral práctica y de calidad que se merecen. Así, mejoraremos nuestro entorno y contribuiremos a formar personas más felices.