Desde 1995 el consumo final de los hogares ha representado, de media, un 57,5% del Producto Interior Bruto de España a precios de mercado, peso relativo no muy diferente del resto de economías desarrolladas. Salvo que seamos muy ingenuos no podemos esperar una recuperación del PIB sin una recuperación del consumo de los hogares.

El consumo de los hogares depende de un conjunto de variables que han sido duramente castigadas desde el inicio de la crisis económica. El factor más determinante de la demanda de consumo es la renta disponible de las familias que a su vez depende de:

- Renta bruta o ingresos antes de impuestos, que se ha visto muy penalizado desde el inicio de la crisis como consecuencia del incremento del desempleo y de la moderación salarial. Hoy hay en España 3,2 millones de personas ocupadas menos que a principios del año 2008 y las remuneraciones de los asalariados se han reducido en ese mismo periodo en un 12,4 por ciento al pasar de 559 mil millones de euros a 490 mil millones.

- Impuestos: la renta disponible para consumir es la renta neta o la renta bruta tras el pago de impuestos. En estos últimos años los principales impuestos, tanto directos como indirectos, han sido modificados sensiblemente al alza y se han creado nuevos impuestos y tasas, reduciendo por tanto la renta disponible de las familias. Con una presión fiscal que se encuentra en la banda media de los países de nuestro entorno, la imposición sobre el trabajo es demasiado alta mientras que otros impuestos, más favorables al crecimiento como pueden ser los medioambientales, están claramente infrautilizados.

- El consumo también depende de las expectativas que tengamos sobre la futura evolución económica, en especial cuando el consumo se refiere a bienes duraderos. Ante un panorama económico incierto muchas decisiones de consumo se aplazan, aplazamiento que se ve agravado en un entorno deflacionista como el que vivimos.

Algunas ideas para favorecer la recuperación del consumo:

- Reducción de impuestos: es imprescindible rebajar la carga impositiva que sufren las familias. España es hoy uno de los países de la OCDE con la presión fiscal más elevada sobre la familia media. Hay mucha capacidad de reducir el elevado gasto corriente del Estado así como para adecuar una excesiva estructura administrativa de la administración y, en consecuencia, para reducir los impuestos que gravan la renta de las familias así como para incrementar otros impuestos menos perjudiciales para el crecimiento económico.

- Favorecer la creación de empleo por medio de rebajas en las cotizaciones sociales en determinadas circunstancias, simplificando muchos de los procedimientos de la Administración (el otro día un amigo me contaba que tuvo que dedicar dos mañanas para dar de alta a dos nuevos trabajadores), creando definitivamente una ventanilla única, desarrollando políticas activas de empleo eficaces (formación y orientación)… y creando un clima favorable a la inversión empresarial que, entre otras características, debe disponer de un marco legal y fiscal estable. La inseguridad jurídica que nos caracteriza es uno de los mayores frenos a la inversión empresarial, especialmente la exterior.

Sin una recuperación clara del consumo privado no tendremos una recuperación económica sólida y sostenible, es imprescindible abordar con contundencia las medidas que favorezcan su crecimiento.