En mi último artículo para esta publicación me refería a la economía de las experiencias y citaba el caso de Ushuaïa Beach Hotel como referente de una oferta que persigue una satisfacción sensorial distinta a la que puede hallarse en el mercado generalista de sol y playa. Vuelvo sobre el tema desde una perspectiva distinta. Una variación sobre el mismo tema; me refiero al “land art” término con el que se describe el uso de instalaciones artísticas sobre el territorio abierto. En el caso que voy a describir se genera una triple alianza entre el “land art”, un colosal museo de arte primitivo y una oferta gastronómica y hotelera de primer nivel.

Me refiero a Es Revellar Art Resort en el municipio de Campos en el que sus propietarios, al modo de las grandes ofertas que según el Financial Times se abren paso en el mundo del arte, tales como Gibbs Farm en Nueza Zelanda, Jupiter Artland en Escocia o Naoshima en Japón, se están posicionando como nuevos conceptos museísticos en pugna con los tradicionales. Es Revellar Art Resort ha sabido dimensionar un producto turístico singular creando un clima especial en tres hectáreas de jardines, plantaciones y fuentes, al modo entre renacentista y romántico, generando un verdadero impacto en el visitante. En semejante escenario se aloja a la par una colección de arte primitivo de gran nivel y una muy variada composición en piezas de arte que se van descubriendo a medida que se adentra en los jardines de la finca.

Se atrae así a visitantes que esperan gozar de un atractivo añadido al clima y paisaje en general que siempre ofrece Mallorca; la apuesta por una oferta hotelera de alto nivel que intenta satisfacer al público interesado en experiencias de contenido artístico se inscribe plenamente en esta corriente de la economía de las experiencias, que pretende implicar emocionalmente al turista no solo contemplando las obras de arte sino conviviendo con ellas. Además, Es Revellar Art Resort ofrece a quienes no se alojan en el resort visitas guiadas por especialistas, al museo de arte primitivo y a las instalaciones del “land art”.

Experiencias como la que hoy analizamos abundan en la variedad de nuestra oferta turística en la senda difícil de romper la estacionalidad ofreciendo experiencias únicas en este caso de carácter artístico. Lugares como la Costa Azul han conseguido situarse, a través de fundaciones artísticas como la Maeght Foundation en ST. Paul de Vence, como destinos de primer nivel en turismo cultural. ¿Por qué no podemos hacerlo nosotros?

Decía en mi anterior artículo que dar respuestas creativas a las demandas de los consumidores que les permita vivir y compartir nuevas sensaciones y emociones memorables es uno de los retos a los que se enfrenta industria turística balear. Pues bien, el ejemplo de hoy es un eslabón más en la estrategia de reorientación de nuestra oferta turística, en este caso en el ámbito de la excelencia cultural.