Primeros compases del mes de enero de 2015. Deseos y promesas que cumplir, ilusión renovada tras el breve paréntesis navideño. ¿El año de la recuperación definitiva? ¿De la creación de empleo? ¿Del adiós definitivo a la crisis? Menorca no parece que haya cambiado su hoja del calendario. Será porque el pulso empresarial turístico está en coma profundo durante estos meses, sin actividad aparente, en una paz interior que muchos pagan a precio de oro, alguno de ellos incluso con la vida. Parece dar la sensación de que las uvas, en esta isla, deberíamos comerlas el 30 de abril. Además, en estas horas soleadas de calma invernal, suenan tambores de guerra entre la patronal hotelera menorquina y la Conselleria de Turisme del Consell Insular por una falta de entendimiento a la hora de establecer la promoción turística. Por lo que me cuentan, es una salida del guion establecido sin más consecuencias. Las elecciones para renovar la cúpula de Ashome coinciden siempre con las elecciones al propio Consell y, por lo tanto, es todo una cuestión de matices, nervios y encajes en función de cómo sople la Tramontana. El representante de los hoteleros dice que hasta Formentera va mejor que Menorca. No es una cuestión de tamaño, es una cuestión de posicionamiento y de ideas claras, le diría yo.

En cualquier caso, una cuestión tan vital como la falta de vuelos y de conexión de Menorca con el mundo sigue exactamente igual que como la dejamos el 31 de diciembre, y me sorprende la paciencia de la ciudadanía, sin movilizaciones más agresivas para romper con este maleficio. No hay nada que ponga más de acuerdo a los menorquines que el sentimiento de maltrato y la discriminación por la falta de vuelos, una cuestión que solo hace que frenar nuestro desarrollo turístico, sostenible o del color que lo queramos pintar. ¿Seremos capaces de solucionarlo este 2015? No me llamen pesimista, por favor. Soy optimista por naturaleza pero cada vez que pregunto sobre este tema, me aparece una nueva cana. Por cierto, no puedo estar más de acuerdo con el catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra, Guillem López Casanovas, cuando atendiendo a las preguntas de El Económico sobre predicciones para este año, responde con un “deseo y espero que sea mejor, para ello trabajo”. Me parece una respuesta más que sensata, frente otros alardes de futurismo de cartón piedra que se publican habitualmente en la prensa económica en escenario tan incierto como el que nos viene rodeando.