Empecemos diciendo que 2014 ha sido un buen año turístico, el mejor si nos fijamos solamente en las cifras absolutas, pero como lo han sido tantos y tantos a lo largo de los últimos cincuenta años.

Pero los responsables políticos del sector, y no solo en el Gobierno Central han echado las campanas al vuelo e intentan convencer a quien se deje de que el mérito es suyo.

Nada más lejos de la realidad, y veamos por qué.

Los cuatro ejes sobre los que se basa la política turística, en el campo de la demanda internacional, tienen como objetivo la desestacionalizacion, el incremento del gasto por turista, la desconcentración regional de los flujos turísticos y la diversificación de los mercados. En ninguno de ellos hemos mejorado durante el pasado 2014.

El avance en la cifra total de ingresos se debe al mayor número de turistas, mientras que el gasto por turista ha caído cerca de un tres por ciento.

Está claro que nos visitan más pero cada uno de ellos gasta menos, justo lo contrario de lo que se pretende en el Plan Nacional e integral de Turismo. El gasto por turista fue, en términos reales, un veinte por ciento inferior al del año 2004.

Respecto a la desestacionalizacion, tampoco se ha mejorado. Los buenos datos de los meses invernales se deben a la mejora de Canarias, prácticamente sin la competencia del Mediterráneo oriental.

No muy diferentes son las cosas en el tercer apartado. Tres CCAA reciben el sesenta; y cinco en total, el ochenta por ciento de todos los turistas; es decir estamos igual que hace veinte años.

Finalmente el origen de los turistas sigue siendo el de siempre. El incremento de 2014 se debe a la fortaleza de los mercados británico y francés, que han roto las barreras psicológicas de los quince y diez millones de viajes respectivamente, y al buen comportamiento del resto de Europa, con lógica excepción de Rusia, que tantas expectativas había generado.

Una gran parte del incremento se ha producido, además, en el alojamiento no hotelero de menor rendimiento fiscal.

Está claro que la política turística ha ido por un lado y la realidad por otro, y la segunda ha sido más fuerte que la primera.
Sin embargo no hay que olvidar que el año ha sido bueno para el empleo y para la mayor parte de los subsectores turísticos, como los aeropuertos, y que ha abierto el camino para una mejora de la rentabilidad hotelera en 2015.