La familia Truyol Villalonga al completo. De izquierda a derecha, Llorenç Truyol, Sebastià Truyol, Joana Villalonga y Maria Truyol. | Kika Triay

Con más de doce mil metros cuadrados destinados al mundo de las plantas, las flores, las mascotas y la decoración, el Centre de Jardineria Truvi SL cumplirá este año su trigésimo aniversario como uno de los gardens de referencia en Menorca y, sin duda, uno de los más grandes de la isla. Prueba de ello es que Truvi se convierte habitualmente en lugar de peregrinaje hortícola y floral cada fin de semana, por el que pasan más de dos mil quinientas personas en busca de ideas o consejos con los que poder dar forma a su jardín o su terraza.

Un negocio que no ha parado de florecer constantemente gracias al esfuerzo y el liderazgo de la familia Truyol Villalonga, que a parte de no cerrar los 365 días del año, ha sabido entender en cada momento que de las nubes más negras cae el agua más limpia y útil.

PRIMERA TIENDA. Sebastià Truyol y su esposa Joana Villalonga abrieron su primera tienda en 1979 en el pueblo de Ferreries. Una pequeña floristería que se acompañaba de algunos objetos de decoración, fruto del trabajo de carpintería e interiorismo que Sebastià llevaba a cabo entonces. Al poco tiempo decidieron abrir una segunda y una tercera tienda en Maó y es Mercadal.
Las perspectivas de crecimiento del negocio les llevó también a adquirir en 1985 unos terrenos en la carretera que lleva hasta la urbanización de Cala Galdana, en el término municipal de Ferreries, para construir un invernáculo con el que poderse abastecer. “No teníamos pensado que nuestro centro de abastecimiento pudiera llegarse a transfomar en lo que hoy es Truvi, pero nada más abrirlo se convirtió en un éxito de visitas”, explica Sebastià. “Eran tan solo 400 metros en los que trabajábamos mi esposa y un par de empleados que nos ayudaban”, añade.

Un año después empezaron a ofrecer también servicios de jardinería para los clientes y en paralelo iniciaron la producción de planta propia en un segundo invernadero que se tuvo que levantar. Petunias, claveles, geranios, buganvilias, crisantemos y un largo etcétera iban agrandando la lista de flores y plantas de exterior e interior que ofrecían.

Diez años más tarde acometieron la primera ampliación con la que adquirieron más metros de parcela y se ampliaron las instalaciones tanto de zona cubierta como descubierta. “Crecíamos también en personal, porque una de las primeras cosas que vimos claro es que el garden debía estar siempre abierto, los siete días de la semana”, explica Joana Villalonga. “Los fines de semana han sido siempre los días en que hemos recibido más visitas y por eso decidimos crear, por ejemplo, una zona infantil para que los pequeños se pudieran distraer mientras sus padres miraban plantas tranquilamente”, añade.

“En aquella época, además, estábamos muy enfocados al cliente de jardín porque había una gran demanda. Nos encargábamos de diseñar el proyecto y llevar a cabo su ejecución”, explica Sebastià. Mientras tanto, sus hijos Llorenç y María, que encarnan la segunda generación, ya empezaban a colaborar en algunas de las tareas de cuidado y mantenimiento del centro de jardinería.

LA GRAN REFORMA. Aunque prácticamente cada cinco años se han ido realizando reformas y ampliaciones, en el año 2001 abordaron una gran transformación y modernización de todas las instalaciones, con la incorporación de nuevas secciones como la acuariofilia o la creación de un sistema inteligente de climatización, que le permitó crear un microclima para combatir las oscilaciones de temperatura entre invierno y verano.

“Hemos aprendido mucho de viajes que hemos hecho a Holanda, a Italia y a Francia para visitar otros gardens y captar cuáles eran las tendencias en jardinería, en floristería o en distribución de espacios”, explica Llorenç Truyol, que ya ha empezado a liderar la empresa con su hermana María, pese que siguen con el apoyo y la experiencia de sus padres. “Recuerdo que estuve un fin de semana en Palma visitando gardens, que en aquel tiempo también eran un referente, y cuando regresé a Ferreries le dije a mi padre que debíamos renovar de arriba a bajo todo el centro de jardinería”, añade.

Y es que a lo largo de los treinta años de existencia de Truvi, han vivido siete reformas por renovación o ampliación. Sin embargo, la familia coincide en que lo más difícil en este negocio es, sobre todo, saber comprar, porque cuando escoges bien la planta, la flor o el árbol, se acaba vendiendo solo porque se ha sabido leer la necesidad del cliente. “Ahora, por ejemplo, las orquídeas y las plantas medicinales están en pleno auge”, explica María, la hermana de Llorenç. “Nuestra experiencia también nos permite poder asesorar al cliente sobre el tipo de planta o flor que le conviene más, dependiendo de la zona de Menorca en la que vayan a vivir. Si prefieren mejorar sus conocimientos, también les ofrecemos cursos de jardinería durante todo el año”, indica.

En el año 2002 Truvi junto a otras cinco empresas independientes que operaban en el mercado nacional como centros de jardinería decidieron agruparse para dar una respuesta colectiva a un entorno cada vez más competitivo, constituyendo una central de compras de la que actualmente forman parte 25 gardens. En el año 2009 llegaron a gestionar un volumen de compras cercano a los 8 millones de euros, y es que Jardinarium, que es el nombre de la central de compras de la que Truvi es socio fundador, también distribuye elementos de jardinería y decoración con marca propia.

PRESENTE Y FUTURO. La crisis económica ha transformado la demanda de los clientes, que estos últimos años han sustituido la planta de jardín por planta de interior, planta de terraza y complementos. “Se ha pasado a un modelo de jardín sostenible que sea menos costoso de mantener, donde hay menos césped y más gravilla”, explica Llorenç Truyol. “Lo que hemos hecho nosotros es adaptarnos y ofrecer un stock de plantas, flores y decoración atractivo con el que seguimos manteniendo y fidelizando a la clientela que ahora tiene otros hábitos de compra. Todo el tema de acuarios y mascotas, por ejemplo, también tiene un público muy determinado que cuando nos visita, viene directamente a la sección”, añade. Truvi emplea a 45 personas entre empleados fijos y jardineros que colaboran autónomamente con el centro de jardinería de Ferreries.

Hace dos años decidieron invertir en la instalación de una caldera de biomasa para contribuir a la mejora del medio ambiente y entre sus planes de futuro tienen pensado la creación de un jardín botánico que se convertiría en el primero de la isla. Truvi quiere seguir siendo una empresa innovadora que se preocupa por su entorno y se renueva constantemente.