Hemos hablado en numerosas ocasiones en estas páginas sobre inversión en zonas geográficas distintas a España (EEUU, Alemania, Japón…), en distintos sectores (inmobiliarios vía REITs o SOCIMIs, financiero…), incluso en monedas distintas al euro. Posiblemente esto suponga un problema para el típico inversor en acciones que normalmente compra Telefónica, Santander y BBVA; acciones muy correlacionadas y por lo tanto nada diversificadas, o en las del banco del cual son clientes por una salida a bolsa, ampliación de capital o por el hecho de ahorrarse alguna comisión.

Pues bien, si en la actualidad es sencillo tecnológicamente comprar fuera e incluso con costes similares (o incluso más bajos que los del mercado español) es lógico que la mayoría de inversores no tengan capacidad, conocimientos, herramientas o tiempo para analizar acciones de todo el mundo, lo que les hace perder oportunidades de inversión muy rentables e incluso asumiendo menos riesgo (la diversificación lo disminuye de forma sustancial).

La alternativa natural son los fondos de inversión por sus ventajas:
La primera es que están gestionados por profesionales, en muchos casos especializados en un mercado determinado, que siempre debería obtener rentabilidades superiores a las de un particular; cierto es que en ocasiones no ocurre.

Es muy fácil seguirlos (la gestora publica las rentabilidades, gráficos, cartera, evolución, gastos… incluso hay webs especializadas y gratuitas que facilitan la tarea), y en caso de no convencer se pueden traspasar a otro fondo, ya sea de la misma política de inversión o distinta, e incluso entre gestoras diferentes, con una ventaja añadida: no hay obligación de declarar ganancias aunque haya plusvalías si se traspasa a otro fondo. Además de esta ventaja fiscal, los rescates parciales tributan de forma residual, lo que además lo hace más atractivo que cobrar dividendos de las acciones.