No te asustes por el título, si me conoces sabrás que soy un poco provocador y, en cualquier caso, lo cntrario tampoco es cierto, es decir, “paremos todos los desahucios”.

El tema del lanzamiento o ejecución judicial del desahucio ha sido uno de los temas estrella de estas últimas elecciones municipales y autonómicas y no cabe duda de que hay a quién le ha salido bien la jugada (léase Sra. Carmena y/o Sra. Colau).
En cualquier caso la pregunta que deberíamos hacernos es: ¿desde los consistorios se puede paralizar algún desahucio? La respuesta es negativa, no lo puede hacer pues es potestad de los jueces. Esto no quiere decir que no puedan hacer absolutamente nada. Creo que pueden hacer mucho y que algunos ayuntamientos son un ejemplo de todo lo que pueden hacer.

Pero volviendo al principio, ¿nos interesaría, como ciudadanos, que se paralizaran todos los desahucios? Nuevamente la respuesta es negativa. De ser así, si un acreedor hipotecario, o un arrendador, no pudiera recuperar su inmueble... ¿qué pasaría? Pues que los préstamos para la compra de vivienda no digo que desaparecieran pero sí que se encarecerían, al crear una incertidumbre sobre los bancos sobre cuándo podrían recuperar su inversión (algo que perjudicaría su cuenta de resultado o acabaría con más comisiones sobre el resto de sus clientes). Por otro lado, el mercado de alquiler estaría herido de muerte. ¿Acaso alquilarías una vivienda si el cobro no está mínimamente garantizado?

No se financiarían viviendas, no se alquilarían, y lógicamente no habría motivación para construirlas. El precio de los inmuebles -sorprendentemente- subiría, al igual que el de los alquileres, de los pocos que salieran al mercado.

Si no cobras el alquiler, si no se pagan las cuotas de la hipoteca, ni arrendadores ni entidades financieras encontrarían alicientes para hacer un mantenimiento mínimo de los inmuebles, no se pagaría la comunidad de propietarios, ni se pintarían edificios o repararían ascensores… nada de nada. Eso sí, habría gente que viviría gratis en el piso.

Por último, y si has llegado hasta aquí ya sabes que soy una persona “despiadada”, una última provocación: ¿Acaso no habría quien tuviera incentivos perversos para dejar de pagar y para evitar la búsqueda de una prosperidad personal? No creo que estemos poniendo el foco en unos incentivos que pueden servir para ganar elecciones pero no sirven para que una sociedad progrese (y lo digo por lo que se llaman, a sí mismos, “progresistas”).