En nuestra cultura está muy extendida esta forma de pensar: maximizar nuestros propios intereses sin tener en cuenta el conjunto. Lo vemos en nuestras relaciones personales, en el mundo empresarial, en la política... Viene a ejemplificar lo que describe el llamado “dilema del prisionero”. Problema fundamental de la teoría de juegos que muestra que dos personas pueden no cooperar incluso si ello va en contra del interés de ambas.

Al fin y al cabo esta visión lo único que hace es repartir “escasez”, es una visión del corto plazo, de supervivencia, de salvarme yo. Esta visión, si cabe, se ha acentuado en la última crisis que hemos sufrido. Aunque quizás habría que preguntarse si no ha sido la causa de esta.

Por el contrario hay otra forma de ver nuestras relaciones y actividades en la que buscamos siempre maximizar el beneficio del conjunto. Donde se crea valor de forma sostenida, lo que se denomina la economía de la abundancia. Esta nace cuando existe un propósito común, liderazgo y unos valores compartidos. Cuando se construye confianza, se trabaja desde las fortalezas que cada uno aporta, donde esa necesidad de satisfacer a todos nos estimula a innovar, a pensar “out of the box”. En definitiva donde 1+1=3.

Quizás pueda parecer idílica una sociedad, una empresa, una persona que pueda tener esta visión de su relación con el entorno. Pero creo que todos podemos conocer ejemplos de empresas donde trabajadores y empresarios, para hacer frente con éxito esta crisis que hemos sufrido, han renunciado (invertido) en derechos en beneficio de mantener el empleo de todos y la empresa en funcionamiento. Esta acción que logra mantener el puesto de trabajo, además del mantener unos ingresos, estimula la cohesión del equipo y alimenta la autoestima de las personas. La empresa mantiene el talento en el que se ha invertido durante años; personas y talento que más que nunca son necesarios para innovar e implementar acciones para salir de estas situaciones. A su vez los recursos que el Estado tendría que destinar a ayudar a las personas sin empleo los puede destinar a inversiones estructurales que mejoren nuestra competitividad. Como consecuencia una sociedad donde se mantienen los puestos de trabajo es una sociedad próspera, con mayor autoestima y cohesión.

En definitiva, cuando nuestra actitud en la relación con nuestro entorno es la de buscar la prosperidad del conjunto, creamos riqueza de forma sostenida. De acuerdo que “la porción de la tarta” que nos toque pueda ser menor, pero al ser esta mucho más grande recibimos mucho más. De esta manera se logra el “yo gano, tu ganas, todos ganamos”.

Esta forma de pensar es lo que ha logrado la prosperidad de la sociedad durante milenios, es uno de los principios la cultura de nuestra empresa: Artiem Fresh People Hotels. Cultura que hemos llamado “Fresh People”.