De la experiencia griega y todo su periplo se pueden extraer muchas lecciones -el estudio profundo supera los objetivos de este artículo- pero, sin duda, hay una capital que ha pasado casi desapercibida para algunos analistas y que merece subrayarse: el fenómeno de la globalización, lejos de diluir la importancia del factor territorio, lo acentúa. Esto es una premisa aún obviada por una parte de la doctrina económica. No obstante, es una realidad incuestionable que la globalización se ha traducido en una mayor presión competitiva, tanto para las empresas como para los territorios y las regiones, que se manifiesta mediante el comercio internacional, las multinacionales, la integración financiera y la globalización de la información y las tecnologías.

En los últimos tiempos, la economía basada en la fabricación ha dado paso a una economía postindustrial basada en el conocimiento, la información, los servicios y la distribución, donde la generación y explotación del conocimiento es la protagonista de la creación de riqueza.

Menorca tiene en esta realidad un factor a su favor –todavía no explotado en su totalidad- , puesto que su tejido industrial y productivo se caracteriza por la supremacía de la pequeña y mediana empresa. A este respecto, cabe destacar que las nuevas teorías del crecimiento relacionan el crecimiento económico con las relaciones de tipo social y organizacional que se producen en el seno de las empresas y del territorio donde se ubican. Por tanto, y así lo refleja el dantesco espectáculo griego, es obvio la trascendencia y la necesidad que tienen los territorios de desarrollar su propio modelo económico, al margen de que estén integrados en unidades supranacionales, por ejemplo, la Unión Europea. Y de esta realidad tan evidente, Menorca no puede soslayarse. Tres décadas han transcurrido desde la dilución del modelo económico que caracterizó Menorca por su equilibrio intersectorial, como así se constata empíricamente en mi tesis doctoral, en la cual detallo las causas y las consecuencias de la ruptura del modelo anterior y, lo que todavía es más importante, propugno un nuevo modelo de crecimiento para Menorca, liderado por el sector turístico pero vigorizado con servicios de mayor valor añadido -sectores cuaternario y quinario-, en paralelo al mantenimiento de las pulsaciones industriales. Una exhaustiva investigación avalada por las revistas económicas de elevado impacto e indexación que han publicado los trabajos derivados de la misma. A destacar, entre otros, “La vía menorquina del crecimiento: el fin de un modelo económico, 1960-2010” (Revista de Historia Industrial, Universidad de Barcelona, nº 59, 2015), que data el fin de un modelo de crecimiento y la necesidad de repensar otro, utilizando las capacidades ya demostradas de los sectores económicos y rehuyendo de nostalgias superficiales. Necesidad que es respondida en el artículo “La nueva vía menorquina de crecimiento” (Boletín Económico de Información Comercial Española, Ministerio de Economía y Competitividad, nº. 3061, 2015), que anuncia las trazas maestras para un nuevo modelo económico menorquín y que deberían vertebrar un verdadero plan estratégico. Otros trabajos específicos que analizan y apuntan nuevas perspectivas para diferentes sectores económicos insulares: “La industria menorquina del calzado: claves para aumentar su competitividad en un mundo global” (Revista Historia Industrial, nº. 46, 2011); “El sector balear del calzado: Ejemplo de sistema productivo local dentro de la globalización económica” (Revista Economía Industrial, Ministerio de Industria, Energía y Turismo, nº 390, 2013), y “La industria bisutera menorquina: ejemplo de cooperación y concertación entre agentes económicos europeos”(Boletín Económico de Información Comercial Española, Ministerio de Economía y Competitividad, nº 3.051, 2014). En consecuencia, una vez que el mundo académico avala los resultados de la investigación, el reto que ahora se abre es constatar si Menorca será capaz de aplicarla o, al menos, de iniciar un riguroso debate con el objeto de determinar qué modelo económico nos conviene. Sin embargo, de la letra a la práctica hacen falta muchos más esfuerzos y compromisos, que tienen que ser consensuados y ejecutados por el conjunto de la sociedad.