A finales del mes de agosto, el Servicio Público de Empleo Estatal aprobó la convocatoria para la concesión, con cargo al ejercicio presupuestario de 2015, de subvenciones públicas para la ejecución de un programa específico de ámbito estatal de mejora de la empleabilidad, la cualificación y la inserción profesional de jóvenes menores de 30 años. Una medida que puede ayudar a paliar la situación de desempleo juvenil que debería constituir una de las principales preocupaciones para la sociedad y para los gobiernos. Los desempleados de larga duración, los mayores de 45 años y los jóvenes han de ser el centro de las reformas legislativas en materia laboral y de las diferentes medidas de desarrollo de las políticas activas de empleo.

En cuanto a los jóvenes, siempre se dice que son el futuro pero deberían ser el presente. Deberíamos dejarles participar, formarles para que sean la esperanza; y la esperanza no se puede basar solo en la espera. Debemos construir una nueva sociedad en la que se abra paso una nueva economía, una nueva economía que ya existe pero a la que nos resistimos a darle valor: la economía social.

El cooperativismo, como sector más representativo de esta economía, debe ser una opción para las nuevas generaciones. Porque la economía social incorpora los conceptos de solidaridad, participación, servicio a los demás y ayuda mutua que reclama nuestra sociedad. Conceptos que aportan una nueva convicción de vida y que son el eje del trabajo en equipo y de la organización empresarial, creando las bases para llevar a cabo cualquier idea de emprendimiento.

Esta unión de voluntades y el esfuerzo común que representa el cooperativismo facilita a los jóvenes la opción de crear una empresa, creando empleo y realizándose humana y profesionalmente.

Es importante que los jóvenes formen parte de esta economía social porque en este modelo encontrarán las posibilidades laborales y de emprendimiento que no les permite otros modelos capitalistas. Tenemos la obligación de facilitar a los jóvenes, que salen de nuestras universidades, la incorporación al mundo laboral en unas óptimas condiciones. Y esto es lo que propone el Plan para una Década Cooperativa impulsado por la Alianza Cooperativa Internacional, que nos alienta a involucrar a los jóvenes en el sector para que encuentren allí un espacio para su desarrollo personal y profesional. Sin duda, este es uno de los grandes retos de cara al año 2020 y el sistema educativo, la universidad, juega un importante papel en este desafío para conseguir que los jóvenes reconozcan el cooperativismo como su modelo preferido.

Para ello proponemos ejemplos de buenas prácticas como el de la Federación Valenciana de Cooperativas de Trabajo Asociado y la Asociación de Jóvenes Empresarios de Valencia, que han puesto en marcha una cooperativa de impulso empresarial. Esta fórmula ofrece la posibilidad que los jóvenes emprendedores puedan comprobar si su idea de negocio funciona antes de constituir su propia empresa, bajo un paraguas legal, que les permita buscar clientes y facturar.

Se trataría de replicar en nuestra comunidad, con el apoyo de nuestro Govern, un modelo que ya está funcionando con buenos resultados en otras comunidades autónomas, como Navarra, y que permite a los participantes vivir la experiencia del cooperativismo y conocer de primera mano la economía social, acompañados en esa experiencia por un equipo de profesionales de las dos entidades promotoras.

Porque cooperando conjuntamente lo conseguiremos, porque la cooperación es la convicción plena de que nadie puede llegar a la meta si no llegan todos… y necesitamos a los jóvenes para llegar.