El consultor en innovación estratégica Xavier Marcet escribía en Sintetia.com de la muerte por sobrediagnóstico en las empresas. Expresamente destacaba que era una de las formas más habituales de resistencia al cambio. Me encanta su frase, que cito textualmente, “el diagnóstico excesivo no es refugio de prudentes sino de pusilánimes”.

Al político-burócrata le encanta el sobrediagnóstico porque esa dilación facilitará que sea otro el que tenga que tomar la decisión y posiblemente le evite asumir el resultado incierto de su acción. Siempre hay un informe más que pedir, un colectivo más con el que reunirse, una firma más que recabar, etc.; toda excusa es buena para no tomar una decisión.

A veces, en el peor de los casos, cuando ya no se pueden pedir más estudios o diferir más la decisión por vergüenza, se suele recurrir al “benchmarking”. Es decir, ver lo están haciendo otros, en situaciones similares, y decir que eso es “lo correcto”.

Cualquiera, con dos dedos de liderazgo en la frente, sabe que nunca puedes eliminar completamente la incertidumbre. Es imposible porque además su coste sería infinito. Por ello, siempre es mejor una decisión imperfecta, pero dentro del plazo, que una perfecta y aunque muy dilatada en el tiempo.

Uno de los defectos de los pactos de progreso, o agrupaciones de partidos de izquierda, es que cuando tocan el poder -y por una cuestión lógica pues suelen tener al frente personas con poca/nula experiencia en temas de gestión- suelen quedar paralizados entre dos aguas: la del populismo y la del buenismo. Sin mala intención, buscando visibilidad ante su parroquia, pretenden beneficiar a ciertos colectivos que, cuando gobernaban “los otros”, consideran que han sido damnificados.

Asimismo, como su ascenso al poder se ha conseguido mediante promesas, en algunos casos de dudosa viabilidad, se ven atrapados además entre la paralización y el voluntarismo.

Todo esto podría no tener mayor trascendencia y se podría percibir como un peaje en la sombra por paralización en la toma de decisiones, ahora bien… cuando se resucitan impuestos -léase “ecotasa” o como quiera que se llame- que dicen que son para financiar cosas que deberían financiarse con la recaudación ordinaria, el tema comienza a preocuparme porque luego ya no pueden parar. Siempre será más fácil subir un impuesto que buscar la excelencia en la gestión de los recursos públicos.