Menorca tiene un capital natural extraordinario. | Josep Bagur Gomila

Después de haber datado y documentado a través de su tesis doctoral el final del equilibrio intersectorial perfecto que caracterizó durante años al modelo económico de Menorca, la doctora Carolina Beltrán (Maó, 1977) acaba de publicar un nuevo estudio en el que analiza cronológicamente el desarrollo del turismo de masas en la isla y sus derivadas, que han acabado contagiando una especial sensibilidad social hacia la conservación del entorno natural. Un trabajo que nace, en parte, de su labor de investigación cuya tesis obtuvo el reconocimiento cum laude de la UIB, y que ha provocado la publicación de diversos artículos en revistas económicas, además de un monográfico sobre el sector del calzado en colaboración con el Institut Menorquí d’Estudis y la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca. En esta ocasión, Beltrán se centra en el modelo turístico menorquín desde 1960 hasta 2015, con una provocadora coletilla en su encabezado de mito o realidad, interpelando al lector para que encuentre la solución al acertijo.

ORÍGENES. El proceso de terciarización de la economía española iniciado en los años sesenta facilitó que las Illes Balears se situasen como el territorio donde el sector servicios suponía la mayor parte de su PIB regional (un 81 % en contraposición al 67,2 % del resto de España según el Instituto Nacional de Estadística). Sin embargo, Menorca se incorporó a la economía turística casi una década más tarde y no fue hasta los años ochenta que no manifestó todo su esplendor.


Según la Dra. Beltrán, la primera causa tuvo que ver con el particular modelo de desarrollo económico del tejido productivo insular, caracterizado por una fuerte presencia del sector industrial y agrario, que no se difuminó hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta, empujado por la crisis y por el auge de la actividad turística. “La década de los años ochenta, sobre todo a partir de 1983, fue decisiva para la coronación del sector turístico como el más dinámico de la economía menorquina”, explica Beltrán.


Otras causas que también contribuyeron fue el retraso en la llegada de determinadas infraestructuras adecuadas para recibir turismo de masas, como por ejemplo el aeropuerto de Menorca, o la llegada tardía de inversores que entraron en la Isla cuando las otras zonas turísticas de Balears empezaban a saturarse o ya lo estaban.


La economista constata en su libro cómo la evolución del turismo de masas en Menorca ha vivido tres etapas en las que se ha configurado su carácter y sus retos.“Desde los sesenta, sin aeropuerto, con más demanda que oferta en un entorno casi virgen hasta la crisis de 1973, que produjo una desaceleración urbanizadora, haciendo aumentar el número de apartamentos en vez de hoteles. Su apogeo en 1983 con el crecimiento de plazas turísticas a nivel balear y finalmente la declaración como Reserva de la Biosfera en 1993, caracterizada por el incremento de plazas turísticas con una evolución vinculada a hoteles rurales y agroturismo”, detalla.

CONCLUSIONES. Constatado en Menorca el inicio del turismo de masas desde principios de los años ochenta, su tendencia ha sido similar a la experimentada por al resto del archipiélago balear aunque en menor escala. Beltrán opina que Menorca debe hacer germinar ventajas competitivas basadas en la diferenciación que la dejen abandonar la espiral de competencia vía precios. “Menorca solo tiene explotada una pequeña parte de sus recursos naturales y esta preservación constituye un capital natural muy preciado del que no se ha sabido obtener su rendimiento a través de la formulación de un producto turístico único y coherente con la sostenibilidad”, explica.


“Harán falta políticas de intervención pública y privada que fomenten la admiración de esta riqueza natural y nos permitan llegar a nichos de mercado dispuestos a pagar un sobreprecio por disfrutarla”, puntualiza. “Los sectores cuaternario y quinario deben tomar el protagonismo que les corresponde para poder ayudar en esta transformación turística”, concluye.