Marga Orell abrió junto con su marido Juan el restaurante S’Ametller en Eivissa en julio de 2002. | DE

Los primeros platos que hizo Marga Orell fueron berenjenas rellenas y canelones en su casa y, desde entonces, no ha parado de innovar y plasmar su creatividad en el restaurante S’Ametller. “Llegamos de Palma y buscábamos un trabajo donde poder ser nuestros propios jefes. Vimos este local y decidimos montar el restaurante. De esto hace ya 14 años”, explica Marga Orell, propietaria junto con su marido Juan del restaurante S’Ametller, que abrió puertas el 20 de julio de 2002 y, un mes después debido a las lluvias de las tormentas de verano, el restaurante se les inundó y tuvieron que cambiar el parqué.

“Fue un poco caótico”, recuerda Orell, quien señala que durante los primeros años el restaurante trabajaba con menús degustación y también ofrecían carta. “Fuimos la novedad porque cuando llegamos no se trabajaba mucho el menú degustación en Eivissa. Ofrecíamos uno corto y largo con dos entrantes, carne, pescado y postre y también eran menús de diferentes tipos, como vegetariano o de pasta”, explica la propietaria de este famoso restaurante en Eivissa.

Con la crisis, Orell vio que lo que más funcionaba eran los menús degustación, por lo que optaron por focalizar todos sus esfuerzos en esta apuesta. “Luego lo que pasó es que a raíz de un comentario positivo en Tripadvisor, empezaron a venir clientes extranjeros; fue una sorpresa porque no estamos en un sitio que se vea fácil”, apunta Orell, quien tiene claro que en el ingrediente básico que nunca falta en su cocina es la harina con la que da rienda suelta a todo tipo de postres y masas, además de hacer su propio pan. “Siento predilección por las masas. Me vuelvo loca, por ejemplo, con la empanada de sobrasada, tanto haciéndola como comiéndola”, asegura.

Esta pasión por trabajar las masas dulces y saladas le viene de pequeñita cuando ayudaba a cocinar a sus dos abuelas. “Con mi abuela por parte de padre trabajaba mucho las masas; aprendí a hacer cocas saladas, por ejemplo, y con mi abuela por parte de madre aprendí a hacer dulces. Siempre me acuerdo de estar batiendo huevos los fines de semana con mi abuela para ayudarle a hacer bizcochos”, recuerda con cariño esta empresaria.

Antes de ser cocinera, Marga Orell hizo la carrera de Magisterio (“cuando le dije a mi madre que quería hacer cocina me dijo que estaba loca”, recuerda Orell) y ya con el restaurante en marcha se le ocurrió la idea de ofrecer talleres de cocina para niños, que se han convertido en un referente para la sociedad pitiusa. “Antes solo los ofrecía en verano, desde que se acaba el colegio en junio hasta el 15 de septiembre, pero este año he hecho en Navidad y en Semana Santa y me preguntan que por qué no hago más”, explica.

TALLERES TEMÁTICOS. En estos talleres no solo se cocina sino que también se imparte historia: “Tiene una parte muy didáctica porque los talleres son temáticos. El año pasado, por ejemplo, trabajamos La vuelta al mundo en 80 días y en cada continente que paraba Phileas Fogg trabajábamos la cocina. Este año hablaremos de América a partir de Cristóbal Colón y haremos uno de cocina a partir de cuentos clásicos. Es decir, conocemos los productos y luego los trabajamos”, asegura esta cocinera, quien precisa que a partir del programa Masterchef “los niños vienen predispuestos a aprender a cocinar para hacerlo en casa cuando antes venían un poco obligados y para aprender a comer bien”.

Su pasión por enseñar la ha llevado a su próximo reto: crear un aula-huerto-taller donde enseñar no solo a pequeños sino también a mayores. “Estoy perfilando el proyecto; me gustaría que fuera una realidad a medio plazo”, explica esta cocinera, quien asegura que la inspiración para sus platos le viene “de los mismos productos, cuando paseo por el mercado y veo, por ejemplo, una coliflor pienso qué puedo hacer con ella”.

Una creatividad que no para de fluir y que le ha llevado a recibir comentarios sobre su cocina como que una coca de tomate y perejil es “un bocado celestial”.