Publicaba esta semana el periodista Juan Carlos Ortego en el diario Menorca un artículo sobre de la encuesta Gadeso ante el inicio de la temporada turística. Una encuesta en la que Menorca aparecía, con diferencia, como la isla menos optimista, en cuanto a las expectativas de negocio generadas, desde alojamientos a creación de empleo y pasando por la oferta complementaria, a las puertas de una temporada que se prevé histórica.

Un 78 por ciento de los empresarios encuestados opinaban que la temporada sería igual y tan solo el 20 por ciento pensaba que sería mejor. Gadeso interpretaba que la necesidad de romper la estacionalidad y de ser competitivos en el mercado internacional siempre habían sido las principales problemáticas del sector turístico menorquín, pero que el hecho de haberse acentuado la estacionalidad había acabado lastrando la competitividad y una de sus consecuencias era que una de las mejores temporadas no sería capaz de absorber todo el desempleo. Leer estas noticias pone la piel de gallina a cualquiera, tratando de entender por qué delante de un verano de máximos hay una expectativa de mínimos.

Dejando a un lado la discusión de si Menorca debe vivir exclusivamente del turismo o tiene que ser también industrial, a nivel sociológico, es fácil detectar actitudes contrapuestas entre la clase empresarial menorquina que trabaja en el sector de los servicios turísticos. Aquellas actitudes cuyo argumento principal se basa en la queja porque tengo la impresión que están esperando a que los clientes se los sirvan en bandeja a las puertas de sus negocios, y aquellas otras actitudes, que han sabido reaccionar, destacando por su innovación, su diferenciación, su apuesta de valor.

Las condiciones del tablero de juego han sido las mismas para todos pero cada uno ha querido jugar las cartas a su manera y la gran diferencia ha sido, en buena medida, la actitud. Lo que digo se puede comprobar fácilmente porque Menorca no tiene término medio en cuanto a oferta turística y está llena de buenos y malos ejemplos que parecen extraídos de un manual.

El fin de semana pasado coincidían dos eventos en la Isla. Por un lado, la undécima edición de un congreso médico (Sine Dolore World Park) con casi un millar de profesionales, y por el otro, el nacimiento de un carrera alrededor del puerto de Maó (10/5 Milles Ciutat de Maó), cuyo objetivo era posicionarse como un escaparate para el turismo deportivo. Dos iniciativas que pueden verse como ejemplo de las posibilidades que tiene esta isla y de la actitud ante la adversidad.