Hace un año escribí una columna titulada “El principio de Hendry”, en el que hacía alusión al economista que demostró lo fácil que es producir resultados creíbles haciendo correlaciones espurias.

El artículo venía a cuento de las declaraciones de algunos personajes del sector como la secretaria de Estado de Turismo y la presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca que insistían en que la implantación de la ecotasa había sido la culpable de que las Islas Baleares perdieran un millón de turistas, olvidándose de otros factores como la crisis económica.

Nada más implantarse el Impuesto de Turismo Sostenible, el pasado 1 de julio, el turismo a las Islas ha subido considerablemente. Supongo que los seguidores del principio de Hendry se apresurarán a asegurar que este crecimiento es consecuencia del nuevo impuesto, aunque quizás ahora sí descubran otros factores como la debilidad de los competidores.

Entiendo que los hoteleros no quieran más impuestos, pero la reacción de la administración central, que subió el IVA, es partidista.

También los touroperadores se han mostrado contrarios, pero ahora TUI acaba de anunciar la contratación de 150.000 camas más para la próxima temporada en las Islas.

Lo cierto es que el sector turístico está sometido a todo tipo de impuestos que afectan al precio final de las vacaciones. Air Passenger Duty en varios países como Gran Bretaña y Noruega, en el primer caso unos 17 euros por pasajero mayor de 16 años, una cantidad mayor que la que tendrá que pagar en Baleares por una estancia de siete días; las tasas a la aviación, que suponen entre un 20 y un 25 % del precio final del billete, más por supuesto el IVA, que el partido del actual Gobierno en funciones prometió reducir al sector turístico del ocho al cuatro por ciento para inmediatamente, una vez ganadas las elecciones, subirlo al diez. Para muchos servicios que utilizan los turistas, golf, transporte, etc., es el 21%.

Por supuesto el sector turístico protestó, pero sin mucho entusiasmo. El turista paga en impuestos del orden de un 20% del precio total de sus vacaciones, aunque solo una parte repercute en las arcas de la Hacienda española, sea nacional o regional.

Por otra parte los turistas están acostumbrados a pagar tasas en sus vacaciones o en sus países de origen, 2 euros por noche en Túnez o 25 en Egipto por entrar en el país, y tasas por pernoctación en la mayor parte de las ciudades turísticas europeas que pueden llegar al 5 % del coste de la estancia, como es el caso de la tasa implantada en Berlín el mismo día que la de Baleares.

Por lo menos el Impuesto de Turismo Sostenible pretende ser finalista, como su nombre indica -también lo son las tasas aéreas- no como el IVA.

Hay que defender al sector del exceso de tributación pero no argumentar que un impuesto es maligno y callar sobre los demás.