La compleja situación geopolítica por la que actualmente trascurren los destinos turísticos tradicionalmente competidores de Balears y a raíz de la cual se desvían importantísimos flujos de turistas a nuestras islas no debería ser una excusa o un obstáculo para trabajar seriamente en la configuración de una verdadera política turística orientada a dar respuestas a los retos que tiene planteado un destino maduro como el nuestro.

Un reposicionamiento del destino que fijará las bases de un modelo turístico sostenible, competitivo y capaz de desestacionalizar la actividad turística. Contemplando estrategias de reordenación urbanística, destinadas a la mejora de la calidad urbana, embellecimiento de zonas turísticas, inversiones en infraestructuras y la recualificación de establecimientos. Implantando estrategias de sostenibilidad medioamiental, que aborde la ampliación de las áreas naturales protegidas y el control de la intensidad de uso turístico de las mismas, la gestión adecuada de los recursos naturales escasos, la limitación del impacto ambiental de la actividad turística (presión humana y estrés urbanístico). Políticas de reordenación de producto y singularización del mismo, diseño de nuevos productos turísticos con el fin de poder ofrecer una amplia gama de servicios encaminados a disponer de una mayor oferta y no depender del conocido monocultivo sol y playa, propuestas turísticas que no tengan dependencia de la meteorología, ofertas destinadas a segmentos de mercado muy específicos.

Estrategias de promoción del destino contextualizada esencialmente en el ámbito de las nuevas tecnologías y los dispositivos móviles que permitan acercar y acceder en tiempo real al turista a las informaciones necesarias para su toma de decisión y en su caso, una placentera estancia en las Islas. Sin obviar aspectos fundamentales como la investigación y el análisis permanente de los mercados emisores, con especial atención a los actuales recursos tecnológicos que nos permiten calibrar los exactos datos de la demanda con los “big data” a la cabeza como instrumento que sirve eficazmente a tal fin.

Siendo verdad que sobre la oferta turística es imprescindible actuar y no dejar de monitorizar a la demanda, no es menos cierto que es imprescindible trabajar sobre la imagen del destino.

Cabe destacar la importancia estratégica que reviste la imagen de un destino turístico en la comercialización turística en un entorno de competencia creciente. No en vano, la imagen de un destino turístico no deja de ser un componente de la calidad, de la misma forma que los resultados en términos de fidelidad no son más que la consecuencia, en la mayoría de casos, del grado de satisfacción que obtiene el turista a partir de la experiencia de las vacaciones, siempre que no se desvíe, precisamente, de las expectativas (o imagen) que se tenían antes de la visita.

Por ello, urge una evolución del modelo turístico existente en las Islas Baleares desde un modelo basado en la estacionalidad y la dependencia en el monoproducto de sol y playa hacia una diversificación temática y temporal. Para conseguir este cambio de tendencia se hace necesario modular la curva de demanda, a través del diseño y promoción de un producto especializado y una nueva imagen del destino turístico.