Rafel Mascaró y su esposa Marta Salas son el alma de este proyecto hecho realidad, que han levantado con gran esfuerzo, y al que han dedicado casi 15 años para alcanzar su meta personal. | Gemma Andreu

Situado entre los municipios de Alaior y es Mercadal, en pleno corazón de la isla, Turmadèn des Capità es un establecimiento con una situación privilegiada que se eleva como si fuera una atalaya sobre el campo menorquín. Ocupa una extensión de 75 hectáreas repartidas entre bosques y zonas de cultivo en las que se ofrece la posibilidad de vivir una experiencia honesta de ecoagroturismo. Gracias al ímpetu de Rafel Mascaró y Marta Salas, se ha recuperado un finca que estaba abandonada y se ha rehabilitado su estructura mediante técnicas de bioconstrucción, recuperando la actividad original basada en agricultura ecológica, ganadería, añadiendo la apicultura para la comercialización de miel. El establecimiento está abierto de marzo a noviembre y cuenta con seis habitaciones en las que se ha sabido conservar la arquitectura tradicional, con un toque rústico propio de las casas de campo de la isla.

ORÍGENES. De entrada sorprende la denominación peculiar que tiene la finca conocida como Turmadèn des Capità. “El nombre Turmadèn proviene del árabe en el que Tur significa cerro y Al-Madin, mina, con lo que es un Cerro de la Mina, en referencia a una mina abandonada y atribuida a los romanos”, explica Rafel Mascaró, que se licenció en historia e hizo un máster en gestión cultural, pero cuya trayectoria vital ha acabado por convertirlo en payés e impulsor de este agroturismo comprometido con el medio ambiente.

Hasta seis generaciones de la familia Mascaró estuvieron relacionadas con este predio del que ya aparece documentación concreta en el siglo XIV. Consagrada durante años como una explotación del sector agrario, la finca se fue abandonando progresivamente hasta quedar cerrada a finales de los años 90. “Coincidió con mi regreso a Menorca después de mi etapa universitaria, en la que estuve trabajando en temas de cultura para el Consell Insular y al mismo tiempo asumí la gestión patrimonial de Turmadèn y de otra finca familiar. El hecho de abandonar la actividad de Turmadèn empezó a provocar un deterioro acelerado del predio, que me hizo pensar en buscar una solución para evitar que acabase derruido”, explica Mascaró.

A partir de entonces Turmadèn des Capità se convirtió en su proyecto personal para conseguir que la finca pudiera generar unos ingresos que la hicieran autosuficiente. En 2003 inició los primeros pasos para la recuperación de su actividad tradicional de agricultura y ganadería, y tres años más tarde ya se constituía como empresa de cara a conseguir la licencia de agroturismo. “Conseguir la recuperación agraria y ganadera era igual de importante que el atractivo de llegar a ser un establecimiento donde recibir huéspedes. Yo no concebía el proyecto sin trabajar las dos cosas y hemos estado dedicando el mismo esfuerzo para ambas metas”, confiesa Rafel.

“Pusimos vacas de la raza de Menorca, construí casi dos kilómetros de pared seca con estas manos, compramos maquinaria, arreglamos los pasos para el ganado, labramos la tierra para que pudiera ser sembrada con agricultura ecológica e incluso hemos conseguido estos últimos años iniciarnos con la apicultura en colaboración con el apicultor Xec Gornés. Todo ello para poder abastecer la propia finca con producciones cortas y, de paso, intentar comercializar los excedentes”, añade.

En 2003 también se construyó la piscina y se empezó a funcionar como casa vacacional para poder ver cómo evolucionaba su proyecto, aunque los ingresos no compensaban el esfuerzo y la dedicación que Rafel Mascaró tenía que hacer con la finca. “Llegó un momento donde me tambaleé porque me vi solo ante un reto empresarial que me consumía financiera y anímicamente. En 2007 dudé si tenía que continuar porque no veía claro el futuro, el contexto político y administrativo era francamente adverso para obtener una licencia como agroturismo y me faltaban conocimientos y experiencia en hostelería. Para superar este bache personal decidí hacer un alto en el camino y me fui durante unos meses para estudiar y llevar un proyecto de UNESCO en Nicaragua y Costa Rica, relacionado con turismo cultural”, explica Rafael. La distancia y la vivencia en Centroamérica le proporcionó el impulso necesario para poder regresar con fuerzas para sacar adelante Turmadèn des Capità. Presentó toda la documentación para poder obtener su licencia de agroturismo en 2008 y en 2012, obtuvo el permiso para hacer tres habitaciones que el año pasado, después de hacer un replanteamiento y una rehabilitación integral, pasaron a ser seis.

COMPROMISO VERDE. Pero lo que sobre todo distingue y da carácter al agroturismo de Turmadèn des Capità es su compromiso con el medio ambiente. Aparte de haber utilizado en su construcción materiales tradicionales de Menorca, como la piedra arenisca, la madera o una mezcla de cal y polvo de mármol para poder construir suelos orgánicos, se han recuperado antiguos aljibes que se utilizaban para la recogida y almacenamiento de agua de lluvia, para hacer posible un consumo totalmente autosuficiente y ecológico, construyendo además un sistema de depuración por plantas llamado filtro verde con el que han conseguido cerrar el ciclo del agua con su reutilización.

Además, han incorporado el uso de energías renovables para la generación de agua caliente y calefacción con la instalación de un conjunto de placas de energía termosolar y una caldera de biomasa que funciona con leña de la misma granja, bajo los criterios de un plan forestal aprobado por el Govern balear.

Turmadèn des Capità ha participado también en un proyecto de custodia del territorio impulsado por el GOB para compatibilizar la viabilidad económica del lugar con la conservación de los valores naturales y han sido certificados bajo el sistema de calidad de Ceres Ecotur, un innovador proyecto de la Fundación Ecoagroturismo, que toma como referencia el sistema de calidad ecológico europeo ECEAT, bajo criterios de sostenibilidad que miden el nivel de compromiso medioambiental, sociocultural y económico de los establecimientos rurales con los destinos. “Somos responsables no solo de las vacaciones de nuestros huéspedes sino también del entorno, porque nos sentimos como la puerta de entrada a la estimación por la isla”, concluye Rafel Mascaró.