El propietario Antonio Moll, a la izquierda en primer término, con gran parte de la plantilla de Dynasoft. | J. J. Monerri

La mayoría de los empleados de Dynasoft, propiedad de Antonio Moll, son ‘viejos’ conocidos. Trabajaban en el mundo del software pero para otra empresa bajo el mando de Mariano Sagristà, ya fallecido, alma mater de Turistec y al que Moll tenía gran afecto y amistad.

Tras su paso por Turistec, Moll se dedicó al soporte informático para microempresas y aguantó cinco años porque se aburría soberanamente. A este especialista en la informatización de aeropuertos se le quedaba corto este tipo de trabajo. “Es como si Picasso tuviera que pintar paredes, porque somos buenos en lo que hacemos”.

Volvió a empezar con el tema de Navision, el software de Microsoft convertido en la actualidad en Dynamics NAV. “Nos gusta convertirnos en el socio tecnológico de nuestros clientes. A través de este software ayudamos a gestionar todos los departamentos de la compañía. Cuando entramos en una compañía vemos que cada sección, administración, compras, ventas, recursos humanos… se gestiona informáticamente de una forma diferente. Si funciona, está muy bien, pero si falla una parte, se paraliza todo y eso es can bum”, explica de una forma muy gráfica Moll.

El socio único de esta empresa añade que después de esta función “entramos y nos quedamos con sistemas, con Office 365, porque confían en nosotros”.

La ventaja de centralizar el software de una empresa es que si, por ejemplo, una empresa trabajara con una línea de Orange sobre otra de Telefónica entonces un departamento llamaría a Orange y este le diría que el problema es de Telefónica, o viceversa. “De esta forma, la empresa tiene claro que es a nosotros y solo a nosotros a quien tienen que llamar para solucionar cualquier posible problema”.

A pesar de que algunos de sus clientes más importantes tienen sus sedes en América Latina, no viajan demasiado. “Acabé muy cansado de tanto aeropuerto, pero eso era hace 15 años. Ahora que las conexiones son mejores, no necesitamos ir mucho al lugar in situ. Solo asistimos al arranque y luego usamos mucho la videoconferencia”.

Antonio Moll se considera un emprendedor. “Montar una empresa es más o menos sencillo. Lo más complicado es la parte económica, pero nosotros hemos ido creciendo de forma paulatina a la vez que teníamos más clientes”.

Una de las dificultades que tiene esta empresa es que la media de edad es elevada. “Tenemos trabajadores de entre 45 y 55 años y no es muy habitual en nuestro sector. La explicación es que nuestro software tiene una curva de aprendizaje muy complicada. Un programador de Navision (Dynamics NAV) se considera novato hasta pasados cinco años porque al ser un software de gestión empresarial tienes que tener conocimientos muy variados (almacén, activos fijos, contabilidad). Me preocupa formar cantera. Tengo que pagar cinco años un sueldo para que se lo empiece a ganar”, cuenta Moll.

Nacho Rossich, project manager de Dynasoft, interviene: “Somos un nodo de conocimiento, porque aprendemos de todos nuestros clientes y les ayudamos a entender su sector. Tenemos trabajadores que saben de almacén, finanzas, contabilidad... Nosotros asumimos que con el primer cliente no íbamos a ganar dínero, sí con los siguientes. Además, los clientes ya no están secuestrados por su proveedor”.

Para Moll, otra gran ventaja de este software, que cuesta 25.000 euros, es que “funciona de muchísimas formas diferentes y se puede personalizar”.

En cuanto a su clientela, tienen de fuera, pero su foco principal son las cadenas hoteleras mallorquinas de entre 30 y 50 establecimientos. “Las mayores tienen ya sus propios departamentos informáticos”, explica.
De su cartera, Moll guarda un especial cariño a Blue Sea Hotels & Resorts, la primera empresa hotelera que confió en ellos.

Para llegar hasta aquí, el camino no ha sido fácil y el secreto no es otro que el trabajo. “En los últimos siete años he tenido cinco días de vacaciones”, suspira Moll.

Uno de los aspectos más satisfactorios para él es el tener la seguridad de que “haciendo bien las cosas, sin volverse locos, llegan los resultados. Por ejemplo, nosotros no tenemos equipo comercial porque son los clientes quienes vienen a buscarnos”. Y Rossich añade: “Nuestro mejor comercial es la competencia. Hay gente que nos llama quemada porque no les hacen caso”.

El hecho de haberse especializado en cadenas hoteleras ha supuesto que su volumen de clientes creciera en este último año. “Cada vez que logramos uno nuevo, hago sonar la campana que tengo a la entrada del despacho. Y la verdad es que este año ha sonado bastante”.